Artículos editoriales

Fecha: 11/05/08

Intereses de las tarjetas de crédito

Alejandro Gómez Tamez*

Recientemente, hemos recibido en nuestro estado de cuenta de tarjeta de crédito información en donde se nos avisa del encarecimiento de los servicios relacionados a la misma, tales como tasas de interés y en algunos casos las comisiones que se nos cobran. Los argumentos que utilizan los bancos para justificar estos aumentos son muy variados, desde el aumento en la inflación, hasta un aumento en el perfil de riesgo de los tarjetahabientes, o simplemente por políticas del banco.

Un banco ha enviado cartas a algunos de sus clientes, en donde informa que a partir del 1 de mayo, la tasa de interés que maneja cambiará de 3.1 a 3.7 por ciento mensual. Otro banco ha notificado a sus usuarios un aumento en sus comisiones por anualidad en sus tarjetas de crédito de 5 por ciento, pero mantuvo las tasas sin cambio. Un tercer banco no se quedó atrás y ya refleja en los estados de cuenta el ajuste de tasas, que pasaron de 3.8 por ciento mensual en marzo a 4.2 por ciento en mayo. Y los ejemplos pueden continuar en una larga lista.

Esta situación en contra de los usuarios de tarjetas de crédito es desafortunada porque daña la economía familiar, perjudica el crecimiento económico, hace más ricos a los ya de por si banqueros millonarios; y además de que es totalmente lo contrario a lo que ahora en día están haciendo en Estados Unidos.

El 5 de mayo, la Reserva Federal (Fed) estadounidense se sumó a otros reguladores bancarios al respaldar una reforma que busca poner fin a prácticas “injustas y engañosas” en el sector de tarjetas de crédito. Concretamente, la Agencia de Supervisión del Ahorro y la Agencia Nacional de Crédito en los Estados Unidos aprobaron una propuesta que busca prohibir, entre otras cosas, el incremento del tipo de interés anual que se aplica en la deuda pendiente de pago de un cliente, así como el hacer ofertas engañosas de crédito.

Esto que está haciendo Estados Unidos es fundamental, ya que los consumidores que utilizan tarjetas de crédito deberían de ser capaces de predecir mejor cómo sus decisiones y acciones afectarán a sus costos financieros. En otras palabras, no se vale que si yo estoy realizando un ejercicio de planeación de cómo voy a liquidar mis pasivos, de la noche a la mañana el banco me avise que me va a aumentar la tasa de interés mensual de 3.8% a 4.2%.

En México existe el precepto de que una ley no puede ser aplicada retroactivamente en perjuicio de un ciudadano. ¿Porqué los bancos si pueden mover la tasa de interés en el presente y en base a ello cobrarle más intereses a sus clientes por sus consumos pasados? En todo caso, los bancos deberían decirle anticipadamente a sus clientes cual va a ser el nivel de tasas de interés que le van a cobrar en el futuro para que en base a ello el usuario de la tarjeta pueda determinar si le conviene o no usar su tarjeta de crédito para pagar.

Obviamente, la respuesta a esta pregunta es que los bancos elevan indiscriminadamente sus tasas de interés porque las leyes se lo permiten y porque son un oligopolio con alto poder de mercado. Pero esto no significa que las cosas deban quedarse así, los legisladores deberían tomar cartas en el asunto para evitar que los grandes bancos millonarios (además de extranjeros, dicho sea de paso) continúen deteriorando las finanzas familiares mexicanas y que se le dé certeza a quién decide utilizar su tarjeta de crédito para comprar algo.

Cuando se dio el proceso reprivatizador en México a finales de los noventas y principios de esta década, se nos dijo hasta el cansancio que la competencia de los bancos entre sí provocará el abaratamiento de sus servicios, concretamente el costo del crédito. Bueno, pues ha pasado casi una década y los bancos continúan cobrando tasas de interés por sus tarjetas de crédito en promedio superiores al 38 por ciento anual y con CATs superiores al 70 por ciento. Además de que las comisiones por sus servicios han crecido a tasas muy superiores a la inflación o los salarios.

Las actuales son tasas de interés que no pueden ser pagadas por las familias de clase media alta y media en México. Las autoridades deberían tomar cartas en el asunto. Los legisladores locales deberían recoger estas inquietudes y enviar una iniciativa de ley al Congreso de la Unión que proponga hacer las reformas legales que pongan un alto a los abusos cometidos por parte de los bancos en contra de los usuarios de los servicios bancarios. 

Es importante que las cosas cambien, ya que si las tasas de interés que cobran los bancos fueran más bajas,  sin duda la cartera vencida de los bancos sería menor, además de que las familias tendrían más recursos para gastar, lo cual a su vez repercutiría positivamente en el consumo, en la demanda agregada y eventualmente en la producción. 

En Estados Unidos el gobierno está regresando $160 mil millones de dólares a las familias a través de devoluciones de impuestos, lo cual se espera que ayude a la economía más poderosa del mundo a reactivarse. En México a las personas físicas que pagamos nuestros impuestos vía Internet recibimos un crédito fiscal de $1,000 por parte del gobierno federal. Eso es bueno y hay que aplaudirlo, ¿pero de qué nos sirve dicho dinero si se lo vamos a tener que dar a los bancos a través de más altas tasas de interés?  Veamos un ejemplo, una persona que le debe $50,000 pesos a su tarjeta de crédito debe pagar $3,450 pesos adicionales (IVA incluido) al año por concepto de intereses solamente aumentándole 0.5% la tasa de interés. ¿Entonces de qué sirve que el gobierno le regrese dinero a la gente si ese dinero va a parar a las manos del banquero?

Alguien tiene que frenar este abuso de los banqueros si queremos que México progrese. Ojala y en esta Legislatura nuestros representantes hagan algo al respecto, porque no podemos seguir con los niveles de crecimiento económico tan mediocres que nos hacen expulsar a miles de mexicanos todos los años para que vayan a trabajar a un “país en crisis financiera” que es Estados Unidos.

* Director General GAEAP

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