Artículos editoriales |
Fecha: 13/04/14 |
El futuro que nomás no llega Alejandro Gómez Tamez*
Los pronósticos sobre el crecimiento de México este año continúan recortándose semana tras semana. Uno de los ajustes a la baja más recientes fue el del Fondo Monetario Internacional, organismo que ahora espera un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano para este año de 3.6%. Por su parte, los analistas encuestados por el Banxico durante marzo ya ubican la tasa de crecimiento en 3.1%.
Otros agentes que también recientemente disminuyeron su expectativa de crecimiento para México para este año fueron Banamex, que en su encuesta la ubicó en 3.05%, Bank of America a 3.5%, Banco BX+ que la ajustó a 2.86%, CIBanco la ubicó en 3.60% y Signum Research que la puso en 2.73%. Cabe señalar que en el pasado mes de marzo la American Chamber, había señalado que la tasa de crecimiento de México podría cerrar el año en apenas 2.5%. Hay que señalar que no obstante lo anterior, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) no ha ajustado su perspectiva de crecimiento y la mantiene en 3.9%, y ha dicho que no la ajustará hasta que no se conozca el dato del crecimiento del PIB en el primer trimestre del año.
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Y es en este contexto de ajustes a la baja en la tasa de crecimiento que comenzamos a escuchar más y más voces que dicen que las perspectivas para el mediano plazo son buenas y que México será capaz de crecer a una tasa de 5% o más, pero hasta finales del sexenio. Uno de los que ha señalado esto es el Gobernador del Banco de México, quien el pasado 28 de marzo dijo que dicha tasa de crecimiento será posible gracias a las reformas estructurales y por una mayor expansión de la economía de Estados Unidos.
Posteriormente el 30 de marzo, Guillermo Ortiz Martínez, ex Gobernador del Banco de México y presidente del Consejo de Administración del Grupo Financiero Banorte, señaló que México podría crecer alrededor del 5%, pero a partir del 2015.
Ante esto, no queda más que preguntarnos ¿Cuántas veces hemos escuchado del gran potencial de crecimiento de México, pero se nos dice que éste se materializará hasta finales de sexenio? Desde los tiempos del presidente Miguel de la Madrid, hasta Vicente Fox, Felipe Calderón y ahora Enrique Peña Nieto, se nos ha prometido un futuro de crecimiento y prosperidad, el cual en principio se nos plantea que será inmediato en cuanto lleguen al poder, pero al ver los resultados económicos del arranque del mandato después se nos dice que el bienestar llegará al final del sexenio.
Lo que los datos históricos del INEGI nos muestran es que generalmente los sexenios arrancan con malos o mediocres resultados en materia económica y cierran con buenas tasas de crecimiento, el problema es que dicho crecimiento es efímero y el ciclo se repite una y otra vez.
En el caso del presidente Ernesto Zedillo, tenemos que en su primer año de gobierno el PIB cayó 4.2%, pero en el último año México creció 5.6%, y de esta manera el crecimiento promedio de los seis años de su mandato fue de 3.4%. En el primer año del sexenio de Vicente Fox la economía cayó 0.3%, pero el crecimiento en su último año fue de 5.4%, teniendo así un crecimiento anual en el sexenio de apenas 2.2%. En el caso de Felipe Calderón, el crecimiento del primer año de su mandato fue de 3.0%, y en el último año de su sexenio fue de 4.4%, pero la fuerte caída del PIB de 5.6% en el 2009 provoca que el promedio sexenal sea de apenas 2.1% de incremento. En el primer año de Enrique Peña Nieto el crecimiento del PIB fue de 1.1% y se nos dice que creceremos a tasas del 5% hacía finales del sexenio…veremos que sucede y si su gobierno es capaz de revertir el duro golpe que representó la reforma fiscal de 2014.
La evidencia muestra que en México hemos padecido muchas promesas incumplidas por parte de los hacedores de la política económica una vez que llegan al poder. ¿Quién no recuerda la promesa de crecimiento del PIB de 7% que nos hizo Vicente Fox en campaña? ¿Quién no se acuerda de las promesas que nos hacía el “presidente del empleo”? ¿Quién no tiene frescas en la mente las palabras de diversos funcionarios del actual gobierno federal que nos hacían creer que con la aprobación de las reformas estructurales México comenzaría a crecer, y dicho sea de paso, que veríamos rápidamente bajas en los precios de los energéticos?
Lamentablemente este es un patrón que se repite una y otra vez, mientras el resto del mundo avanza y nos rebasa, pero los mexicanos no perdemos la esperanza de que dicho futuro de crecimiento y prosperidad llegue.
La realidad es que México no sentará las bases para un crecimiento sólido y sostenido hasta que no ponga verdaderamente en la cima de la agenda económica a las micro, pequeñas y medianas empresas. Mientras nuestros gobernantes sigan viendo cifras agregadas con los números de Pemex, del sector automotriz, de las telecomunicaciones y la banca no verán las verdaderas tragedias que viven miles de fabricantes nacionales, quienes sufren principalmente por la importación masiva de productos en condiciones de subvaluación.
Los gobernantes requieren de un “cambio de chip” y deben ver por las industrias altamente generadoras de empleos, y no sólo por las que generan miles de millones de dólares de divisas. Al respecto quiero comentar que recientemente estuve en una ponencia en la que se mencionaba de la inversión que hará una empresa importante del ramo energético, la cual invertirá 4,500 millones de dólares y creará 3,000 empleos directos e indirectos. Esto está muy bien, pero las autoridades deben ver que esos mismos 4,500 millones de dólares de inversión generarían 10 veces más empleos en industrias intensivas en mano de obra como textil, vestido, calzado, muebles, entre otras.
Esto es muy importante porque la política económica del anterior gobierno federal y del actual parece apuntar a un Darwinismo económico, que consiste en dejar morir los sectores económicos tradicionales y fortalecer los innovadores. Pero a este respecto es importante precisar que jamás lograrán darle empleo en el sector automotriz y energético a los millones (si, millones) de personas que trabajan ahora en día en los sectores calzado, vestido, textil y muebles.
Lo que se requiere para abatir el problema del desempleo, y para generar grandes inversiones en sectores intensivos en mano de obra, no implica demasiado. Sólo se requiere contar con un ambiente macroeconómico propicio para los negocios y eso implica en primera instancia poner un freno a la subvaluación en aduanas (la cual es ilegal y la autoridad no la combate con resultados palpables), contar con un marco fiscal amigable, proporcionar apoyos eficaces a través de organismos como el INADEM y Proméxico para que las empresas sean más competitivas y se internacionalicen, además de que se requiere poner orden en el comercio internacional con China, nación que nos invade anualmente con exportaciones por casi 62 mil millones de dólares, pero que sólo nos compra poco más de 5 mil millones de dólares.
Si esto no lo pueden entender los políticos en el poder no bastaran las reformas estructurales para que México despegue. Se deben ver las cifras de las mipymes, y éstas requieren apoyos urgentes en los términos de lo ya señalado.
Director General GAEAP*
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