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Reporte del Economist Intelligence Unit (EIU) publicado por el periódico La Jornada el 15 de abril de 2014:

Transpacífico: ¿otra Doha?

 

Las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico (ATP) adoptan un tinte familiar. Los plazos incumplidos, un impasse sobre acceso al mercado agrícola, diferencias en las aspiraciones de los países desarrollados y en desarrollo, y ronda tras ronda de negociaciones, son muchos de los mismos problemas que plagaron la ronda de Doha de pláticas comerciales. The Economist Intelligence Unit cree que en el curso del año se firmará un acuerdo, casi de seguro en versión disminuida, pero existe un importante riesgo de que el proceso de ratificación retrase aún más los beneficios del pacto.

 

Ante la próxima visita a Asia del presidente estadunidense Barack Obama, el ATP sigue siendo el objetivo de política económica más buscado por Estados Unidos como parte de su llamado viraje a Asia. Las expectativas no eran muy altas antes de la ronda más reciente de negociaciones, realizada a finales de febrero en Singapur, así que no fue sorpresa que el comunicado conjunto posterior se escribiera en el gastado lenguaje de las negociaciones comerciales estancadas. Se habían dado nuevos pasos, se había trazado un camino hacia delante y todas las partes se habían comprometido a invertir el considerable nivel de esfuerzo requerido para llevar las pláticas a término. Todo muy conocido.

 

Obstáculos

Según fuentes participantes en las negociaciones, los puntos principales de conflicto continúan siendo la negativa de Japón a ceder terreno en el acceso al mercado agrícola y en las barreras no tarifarias a la importación de vehículos, junto con la intransigencia de Estados Unidos en cuanto a tarifas para automóviles y camiones ligeros. Entre tanto, los países en desarrollo siguen insatisfechos con los términos que se impulsan sobre propiedad intelectual, empresas de propiedad estatal y medio ambiente, si bien los paquetes que ofrecen no son tan limitados como en el caso de Japón y Estados Unidos.

 

Para complicar las cosas, Obama no sólo carece de la autoridad de promoción comercial (APC), sino que tiene cada vez menos probabilidades de recibirla antes de las elecciones de medio término en su país, en noviembre. La APC permite al presidente enviar iniciativas de comercio al Congreso para una votación de sí o no, sin enmiendas y sin amenaza de tácticas dilatorias. Como hemos sostenido desde hace tiempo, sin la APC los demás países no harán concesiones significativas. Ahora, como las perspectivas de que Obama la reciba se han diluido, el gobierno estadunidense ha cambiado de curso y afirma que un fuerte acuerdo Transpacífico ayudaría al presidente a obtener la APC. Sin embargo, es dudoso que los demás países participantes (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) acepten este razonamiento que pone la carreta delante de los caballos, en especial porque Obama se acerca a la fase final de su presidencia, en la que será difícil lograr la aprobación de cualquier legislación, ya no diga una importante iniciativa comercial.

 

¿Término a la vista?

Luego de que varios países no cumplieron una primera fecha límite de finales de 2013, las esperanzas eran que la ATP quedara concluida, o al menos se acercara a una conclusión, a tiempo para la visita de Obama a Asia en 2014. Como eso ya no parece viable, la atención se ha vuelto hacia la pregunta de si podrá usar el viaje para ayudar a resolver los asuntos más problemáticos, en particular con Japón. Creemos poco probable que las pláticas directas entre Obama y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, logren un avance importante sobre la ATP, porque en fechas recientes Abe ha mostrado pocos signos de querer gastar su capital político en el asunto y ha optado por perseguir objetivos nacionalistas, tales como revisar la Constitución japonesa de posguerra.

 

Desde que Estados Unidos se incorporó a las negociaciones de la ATP, en 2010, ha hecho grandes esfuerzos por subrayar que la asociación fijará el patrón oro para los acuerdos comerciales del siglo XXI. Con ello quiere decir que, además de la eliminación de tarifas, atenderá cuestiones como derechos de propiedad intelectual, empresas de propiedad estatal y e-comercio. Ahora la retórica se vuelve contra Estados Unidos. El ministro japonés de economía, Akira Amari, tal vez inspirado en el reciente triunfo de su país para obtener la sede de los Juegos Olímpicos de 2020, se quejó ante la prensa, después de las negociaciones de febrero, de que dejar que una sola nación gane todas las medallas de oro es todo menos bueno. En distintos grados, otros participantes en la ATP han hecho eco a este sentimiento, en particular los países en desarrollo, muchos de los cuales no sienten que se les deban aplicar en las pláticas las mismas normas que a los desarrollados. Es una redición de Doha, sólo que más pequeña.

 

A la luz del estancamiento actual, y considerando que una ruptura total de las negociaciones tendría serias repercusiones sobre la liberalización comercial, si no en la geopolítica de la región, tal vez sea necesario que las aspiraciones de lograr un acuerdo que sea patrón oro se degraden en favor de simplemente lograr un acuerdo. Un ATP patrón bronce incluiría compromisos en la mayoría de los temas mencionados antes, así como un mecanismo de solución de disputas entre inversionistas y estados, tema controversial que tiene pocos partidarios fuera de Estados Unidos.

 

Mucho del ímpetu en torno al ATP se ha disipado, dado el ritmo glacial de avance. Aun si las negociaciones concluyeran en este 2014, pasarán años antes de que todos los signatarios disfruten de los beneficios. Seguimos creyendo que la plena instrumentación llevará años en completarse. Asumiendo que las pláticas concluyan en 2014, pasará otro año para que el acuerdo sea ratificado por las legislaturas nacionales. Si la iniciativa correspondiente encuentra retrasos a su paso por el Congreso de Estados Unidos, el proceso de ratificación en ese país podría prolongarse incluso más allá de 2015, con el riesgo de mayores demoras al acercarse las elecciones presidenciales y legislativas de 2016. Esto tendría el efecto de dilatar la implementación del ATP en todos los países firmantes.

 

Traducción de textos: Jorge Anaya

Derechos: Economist Intelligence Unit  en asociación con INFOESTRATÉGICA www.infoestrategica.com

 

 


 



 

 


 



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