Artículos editoriales |
Fecha: 09/10/08 |
Después del ajuste, la estabilización Alejandro Gómez Tamez *
La actual crisis financiera mundial comenzó como un fuerte problema del sector inmobiliario residencial en los Estados Unidos, y ésta ya se ha convertido en lo que parece ser una amplia recesión que afectará a la mayoría de las economías desarrolladas y provocará una desaceleración significativa en los países en desarrollo que anteriormente tenían mejores perspectivas de crecimiento, como es el caso de México (hay que recordar que a principios de este año se hablaba de que en 2008 México crecería 3.5 por ciento, y ahora la expectativa está en aproximadamente 1.5 por ciento).
Sin embargo, en México paralelamente también nace una oportunidad con el nuevo nivel del tipo de cambio que se ha alcanzado. Si bien en esta semana que concluye el ajuste ha sido traumático para muchos empresarios, también se abre la posibilidad de crecimiento de varios sectores productivos que antes de esta situación estaban padeciendo por la falta de competitividad de nuestra moneda. Aunque hay que reconocer que para que podamos sacar el máximo provecho de esto se requiere de programas y planes viables instrumentados por la Secretaría de Economía, los Gobiernos Estatales y los Gobiernos Municipales. Todos, en su respectiva área de influencia deben apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas ante los retos y oportunidades que se avecinan.
Además, también debemos tener presente que los esfuerzos para apoyar al sector exportador comenzarán a rendir sus primeros frutos en un lapso de tres a seis meses. Esto porque las empresas que decidan comenzar a exportar tardarán un tiempo lógico en encontrar los clientes potenciales, firmar un contrato, enviar sus mercancías y cobrar. En otras palabras, una vez que se ha ajustado el tipo de cambio el aumento de las exportaciones no será inmediato. Y también hay que reconocer que habrá sectores de la economía que tendrán mayores dificultades para poder exportar, como es el caso de la industria automotriz, la cual con todo y ajuste en el tipo de cambio, difícilmente podrá aumentar sus ventas sustancialmente a Estados Unidos o Europa.
En diversos artículos he señalado que un tipo de cambio en niveles de $9.90 pesos por dólar o ligeramente por encima era sumamente perjudicial para la planta productiva nacional (tanto para exportadores como no exportadores); y que el nivel teórico del dólar debería estar en unos $12.15 pesos por unidad. Esta afirmación puede hacerse en función de lo que marca la teoría de la Paridad de Poder Adquisitivo relativa. También en su momento señalamos que una tipo de cambio en niveles de $10 pesos era insostenible y que eventualmente vendría un ajuste, e inclusive desde finales de junio señalamos que el mejor negocio era comprar dólares, y no nos equivocamos, ya que el que hizo caso a esta recomendación lleva una ganancia por encima del 25 por ciento en los últimos dos meses.
Sin embargo, debemos reconocer que tampoco le favorece a la nación un tipo de cambio como el que hemos observado en $14 pesos o más, ya que implica lo contrario de lo que criticábamos en los pasados editoriales: la subvaluación de la moneda nacional en un amplio margen. Precisamente para combatir esto, el miércoles 8 el Banxico anunció una serie de medidas para estabilizar el tipo de cambio, entre las que destacan la subasta de dos mil 500 millones de dólares y el anuncio de subastas adicionales diarias por $400 millones de dólares a un tipo de cambio mínimo en un 2 por ciento por encima del nivel al que haya cerrado el tipo de cambio el día anterior.
Un tipo de cambio en niveles de $13 o más pesos por dólar implica más que un ajuste, es una fuerte depreciación de nuestra moneda, y por lo tanto es dañino para la nación. Esto porque ocasiona un elevado encarecimiento de diversos insumos que son comprados en el exterior, lo cual eventualmente si generaría inflación, y ante esta situación el Banxico seguramente volvería a elevar las tasas de interés con los consecuentes daños a la planta productiva nacional, a la inversión productiva, al empleo y al consumo.
Es por ello que la estrategia del Banxico debe girar en torno a llevar ordenadamente la paridad peso –dólar a un nivel que corresponda a la realidad mexicana y eso es un precio del dólar en $12.15 pesos por unidad. Este es un tipo de cambio que da competitividad a la planta productiva nacional promoviendo exportaciones, limitando importaciones, y corresponde a nuestros diferenciales de inflación de 1997 a la fecha con los Estados Unidos, por lo que los importadores no deberían tener demasiadas dificultades para operar con este nivel de paridad.
Pero no solamente esta en la mente de las personas lo que sucede con el tipo de cambio, sino también hay preocupación porque los mercados financieros a nivel mundial han actuado con una volatilidad extrema, y en un solo día ocurren diversos acontecimientos que por si solos en “tiempos normales” serían la noticia de la semana, del mes o inclusive del año.
En lo que va del año (hasta el miércoles 8 de octubre), la Bolsa Mexicana de Valores ha caído 30 por ciento, mientras que en EE.UU. el Dow Jones acumula una pérdida de 28.8 por ciento, el Nasdaq una caída de 33.8 por ciento, y el S & P 500 una caída de 32.1 por ciento. Cabe señalar que estas caídas se deben en parte a que hay una gran cantidad de fondos de inversión y de pensiones en los EE.UU. que no pueden soportar más pérdidas y por eso están decidiéndose a salir del mercado, antes de perder más dinero de sus inversionistas.
Por otra parte, una nota importante es que el mismo día 8 de este mes, los bancos centrales más importantes del planeta (incluido los Estados Unidos) anunciaron una disminución coordinada de sus tasas de interés referenciales en medio punto porcentual. Esto trae consigo buenas y malas noticias, por una parte nos esta diciendo que hay un gran problema que requiere una acción coordinada de las autoridades monetarias (como nunca antes en la historia moderna), pero al mismo tiempo nos anuncia que lo que viene es realmente peligroso, aunque ya se está “atendiendo”.
Pero al final de cuentas debemos también tener en mente que el verdadero espectáculo mundial es el de la crisis del crédito en los EE.UU. (un país cuyas empresas experimentan por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial lo que es no tener acceso al crédito). Y nuevamente esto es lo que nos lleva a la explicación del porque de la estrepitosa caída del peso frente al dólar en esta semana: los estadounidenses quieren dólares, y están liquidando sus posiciones en cualquier otra divisa, prácticamente con independencia del rendimiento que ésta les ofrezca. En otras palabras, los capitales estadounidenses han perdido sensibilidad a la tasa de interés que les ofrezcan otros países, por lo que en estos momentos, aunque el Banxico elevara su tasa de interés de referencia, difícilmente regresaría el gran flujo de dólares a nuestro país que restaure un tipo de cambio por debajo de los $11 pesos por dólar.
Probablemente será hasta que en Estados Unidos comience el programa bajo el cual el Departamento del Tesoro comprará los “activos tóxicos” a los bancos, o hasta que comience el programa bajo el cual el Banco de la Reserva Federal prestará directamente a las empresas, que tal vez podamos ver un poco más de estabilidad en el tipo de cambio peso-dólar.
Por el momento la urgencia de los gobiernos, incluido el mexicano, es el restablecimiento de la confianza de que las respectivas autoridades están haciendo todo lo que está en su poder para que se solucione esta situación de crisis financiera mundial; y para esto se requiere paciencia, aunque lo malo es que la gente en los mercados financieros por lo general no es paciente.
En este sentido, cabe hacer énfasis en que sería inadecuado que, mientras que en el mundo desarrollado baja las tasas de interés, el Banxico decidiera subirlas para regresar el tipo de cambio a niveles por debajo e los $11 pesos y así controlar la inflación. Lo más prudente es que las mantenga o en su caso las disminuya ligeramente para aliviar un poco a la planta productiva nacional.
Por último, cabe señalar que hay gente que ganará una fortuna con todo este alboroto financiero. Siempre que hay una crisis hay ganadores y perdedores. En este momento no sé sabe quienes van a ser los ganadores exactamente, pero lo que si se sabe es que en la medida en que se aproveche la nueva competitividad del peso mexicano buscando mercados en el exterior, las cosas marcharan mejor para nuestro país, perderemos menos empleos y nos blindaremos de una manera más apropiada.
* Director General GAEAP |
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