Artículos editoriales |
Fecha: 28/11/08 |
Problemas de México: Banca, exportaciones y recaudación Alejandro Gómez Tamez * La economía nacional atraviesa por momentos difíciles; sin embargo, hay ciertos elementos de política económica que si se toman en cuenta, pueden hacer que la situación de dificultad económica sea un poco más llevadera. Y es que el panorama que se percibe con la situación actual no es halagador, sobre todo cuando se toma en cuenta que organismos como el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) estiman que la economía nacional crecerá apenas 0.7 por ciento en 2009; o bien, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevén que el PIB mexicano crecerá en 2009 tan sólo 0.4 por ciento. Si tomamos en cuenta que la población en México crece aproximadamente a una tasa de 0.99 por ciento cada año (según CONAPO), pues esto es indicativo de que en términos de PIB por habitante habrá una caída del nivel de vida de los mexicanos.
Y es que es urgente que se tomen medidas adicionales de contingencia en el país, ya que además, la OCDE ha señalado que la recesión en sus países miembros (y México es uno de ellos) se prolongará hasta mediados de 2009; y esta situación no permitirá una recuperación de la economía hasta la segunda mitad de 2010. En este sentido, vale la pena hacer eco del dato que se dio a conocer en la semana en el sentido de que la economía estadounidense se contrajo 0.5 por ciento en el tercer trimestre, más de lo estimado inicialmente y la mayor contracción desde igual trimestre de 2001.
Ante esta situación se vuelve fundamental que el Banco de México y el sector bancario en México tengan presente que se deben normalizar las operaciones de crédito, ya que de lo contrario se dará una mayor contaminación de la economía real por parte de la economía financiera. En este mismo sentido se pronunció el presidente Felipe Calderón, quién demandó mayor "audacia" y "comprensión" del banco central, pues ante un ciclo económico tan claramente recesivo, deben implementarse políticas expansivas de carácter monetario.
Por su parte, y también en la misma línea, el 24 de noviembre Carlos Slim, agregó que “esta es una crisis del sistema financiero internacional y hasta que no se normalice el sistema financiero y se restituya el crédito y la confianza entre los bancos y en los bancos, la crisis no va a pasar". A ver si dado que ya lo dijo Slim, el Banxico atiende la recomendación. En otras ocasiones ha ocurrido que varios analistas, y hasta el propio Presidente, se pronuncian porque se tome alguna medida de política monetaria y el Banxico no hace caso (hay que recordar el tema de las tasas de interés que registraron varios aumentos y dejaron de incrementarse hasta que Slim se pronunció en contra de esta situación).
En el mismo sentido, de no limitar el crédito, también se ha pronunciado el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Armando Paredes Arroyo, quien ha señalado que su gremio exigirá a la banca que no restrinja más los créditos. Claro que en esta columna compartimos su opinión de que: "a las instituciones de crédito privado les ha ido muy bien en México, entonces éste es el momento en que tienen que demostrar si realmente quieren seguir en el país, que se comprometan en estos tiempos difíciles a tomar algo de riesgo y operar financiamiento".
En México, los usuarios de la banca registran cobros exorbitantes por comisiones en cualquiera de sus servicios. Tener una cuenta de ahorros, retirar dinero del cajero, disponer de una tarjeta de crédito, efectuar transferencias, cobrar un cheque o realizar pagos electrónicos, cuesta mucho más en México que en los países desarrollados o de nivel de desarrollo similar. De acuerdo con Emilio Zebadúa (La Crónica, 24/11/2008), nuestra banca comercial es una de las más caras del mundo (ocupa la quinta posición entre 51 países), y es una de las más deficientes (ocupa la posición 49 de 51).
Y es que para entender parcialmente el papel de la banca tengamos presente un ejemplo: En México hay 26.5 millones de tarjetas de crédito y los mexicanos debemos a las tarjetas de crédito aproximadamente 38 mil millones de pesos. Esto implica que por cada punto porcentual en que aumentan las tasas de interés, el impacto en el bolsillo de los mexicanos es de 380 millones de pesos. Este es dinero que deja de estar en las manos de las familias mexicanas (y por lo tanto genera una menor demanda de bienes y servicios) y se transfiere al sector bancario del país. Si consideramos que una tasa de interés “justa” en tarjetas de crédito es de 25 por ciento anual (2.08% mensual) y vemos que al mes de septiembre de este año se encontraban en 41.78 por ciento (3.48% mensual), pues entonces tenemos que en septiembre de este año los mexicanos pagábamos al mes 1.4 puntos porcentuales de interés adicional a lo que sería una tasa “justa”, lo que representa unos 532 millones de pesos adicionales por concepto de intereses en las tarjetas de crédito. Así, la banca comercial obtiene por intereses sobre las tarjetas de crédito unos 15 mil 868 millones de pesos al año.
A esta cifra hay que sumar los intereses por créditos morosos, cuyas tasas llegan hasta el 80 por ciento anual, y si tomamos en cuenta que hay unas 3 millones de tarjetas de crédito en mora, podemos imaginarnos los ingresos de la banca comercial por este concepto (ya que aunque no les paguen en este momento) es una deuda que se está acumulando y eventualmente los banqueros procederán legalmente en contra de las familias que han caído en mora.
Obviamente que los presentados aquí son cálculos simplificados (y es cierto que de acuerdo a varios analistas la morosidad en las tarjetas de crédito ha crecido 40 por ciento), pero no se puede negar que hay un impacto negativo en la capacidad de compra de los hogares y empresas mexicanos, lo que afecta negativamente a las diversas ramas de actividad. Y es que hay que tener presente que la mayoría de los bancos en México son extranjeros, de tal manera que gran parte de sus utilidades son repatriadas a sus países de origen, por lo que los recursos que pagan las familias y las empresas mexicanas a estos corporativos, vía elevados intereses, en gran medida no se quedan en México.
Otro punto que vale la pena destacar en relación a las dificultades económicas por las que atraviesa México (y que amerita la intervención con apoyos por parte de la Secretaría de Economía a través de ProMéxico) es que durante el mes de octubre registramos, como nación, un déficit en la balanza comercial de 2 mil 739 millones de dólares. Esto provoca que el déficit acumulado en la balanza comercial en los primeros diez meses del año sea de 11 mil 119 millones de dólares. Y aquí valdría la pena preguntarse dónde están todos los analistas que auguraban un excelente desempeño comercial de México en 2008 y sostenían que no había necesidad de ajustar el tipo de cambio. Cuando obtuvimos los superávits comerciales en mayo y junio de este año por 4.7 y 262.3 millones de dólares respectivamente, nosotros advertimos que esta era una situación coyuntural y que terminaríamos el año con un déficit superior a los 12 mil millones de dólares. Y es que debemos tener presente que cuando se subsidia la balanza comercial de esta manera no estamos generando un blindaje natural para nuestra economía, y nos volvemos más vulnerables.
Pero además, cabe señalar que nuestras exportaciones totales ya resienten el impacto de la recesión estadounidense y éstas cayeron 3.5 por ciento en octubre, mientras que las exportaciones petroleras disminuyeron 7.7 por ciento y las no petroleras se contrajeron 2.8 por ciento. Por su parte, nuestras importaciones crecieron 1 por ciento en octubre, mientras que las importaciones de productos petroleros aumentaron 32.3 por ciento y el resto de las importaciones cayeron 1.9 por ciento. Obviamente, si nuestras exportaciones caen es porque nuestros socios comerciales están en problemas, y si nuestras importaciones disminuyeron su tasa de crecimiento tan rápidamente (todavía hasta el mes de septiembre de este año presentaban una tasa de crecimiento de 17.83 por ciento), es porque éstas son ahora más caras y porque nuestra industria acumula cinco meses consecutivos con caídas en su nivel de producción, por lo que están comprando menos insumos del exterior.
Un punto adicional en el que el gobierno federal debe también prestar atención es el relacionado con la recaudación fiscal. Obviamente que en la medida en que continúan cayendo los precios de la mezcla mexicana de petróleo de exportación, los ingresos de Pemex serán menores y como consecuencia el gobierno federal tendrá menos ingresos. Así, es muy probable que los esfuerzos recaudatorios de Hacienda aumenten, y aquí es importante señalar que estos se deben focalizar en aumentar su base de contribuyentes. Hemos dicho en varias ocasiones que Hacienda debe hacer un compromiso de cara a la Nación acerca del crecimiento esperado del número de contribuyentes para el año 2009. Y en este sentido también se ha pronunciado el premio Nobel de economía 2006, Edmund Phelps, quién también ha destacado la importancia de lograr una mejoría en la recaudación fiscal aumentando el número de contribuyentes.
Así, pues, para que los efectos de la crisis financiera internacional sean más llevaderos en México requerimos de una banca que sea una verdadera palanca de desarrollo y que no contraiga los niveles de créditos y aumente las tasas de interés. Requerimos todo lo contrario: más financiamiento y a menores tasas de interés. Por su parte, Hacienda y la Secretaría de Economía también debe hacer lo propio para que nuestro país tenga un sector exportador fuerte con ProMéxico y para que las finanzas públicas sean realmente sanas.
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