CENTRO DE INFORMACIÓN Y ESTUDIOS ECONÓMICOS COLECCIÓN DE APUNTES DE ECONOMÍA Y FINANZAS
HISTORIA DEL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL Por: Alejandro Gómez Tamez (TERCERA PARTE)
El problema del equilibrio externo en los Estados Unidos El problema del equilibrio externo de los Estados Unidos era distinto del que afrontaban los otros países del sistema de Bretton Woods. En cuanto emisor de la “enésima moneda”, los Estados Unidos no eran responsables de la fijación de los tipos de cambio del dólar. Su responsabilidad principal era mantener el precio en dólares del oro a 35 dólares la onza y, en particular, garantizar que los bancos centrales pudieran convertir sus dólares en oro a ese precio. Para ello tenía que mantener reservas de oro suficientes. A causa de que los Estados Unidos estaban obligados a intercambiar oro por dólares con los bancos centrales extranjeros, la posibilidad de que los otros países pudieran convertir sus reservas de dólares en oro, era una restricción externa potencial a la política macroeconómica de los Estados Unidos. En la práctica, sin embargo, los bancos centrales estaban dispuestos a mantener los dólares acumulados, porque éstos generaban intereses y representaban la moneda internacional por excelencia. La lógica del patrón cambio-oro, hacia que los bancos centrales extranjeros continuaran acumulando dólares. La oferta mundial de oro no crecía lo suficiente como para mantener el crecimiento de la economía mundial; así es que la única manera en que los bancos centrales podían mantener niveles adecuados de reservas internacionales (si no querían caer en una deflación), era acumulando activos en dólares. En ocasiones se producían conversiones oficiales al oro que mermaban el stock de oro estadounidense además de causar otros problemas. Pero en la medida que los bancos centrales estaban dispuestos a mantener dólares como reservas y no hacían efectivo su derecho de convertirlos en oro, la situación externa de los Estados Unidos pareció relajarse comparada con la que tenían los otros países del sistema.
En un influyente libro publicado en 1960, el economista Robert Triffin, de la Universidad de Yale, llamó la atención acerca del problema fundamental del sistema de Bretton Woods a largo plazo, el problema de la confianza. En el periodo en que Triffin escribió, el stock de oro de los Estados Unidos sobrepasaba sus pasivos en dólares frente a los bancos centrales extranjeros.
Pero Triffin se dio cuenta de que a medida que las necesidades de reservas internacionales de los bancos centrales crecieran con el tiempo, sus posesiones de dólares necesariamente deberían crecer hasta sobrepasar el stock de oro estadounidense. Dado que los Estados Unidos habían prometido cambiar esos dólares a 35 dólares la onza, no podrían seguir manteniendo por más tiempo la capacidad de hacer frente a sus obligaciones si los tenedores de dólares trataban de convertir, todos al mismo tiempo, sus dólares en oro. Esto conduciría a un problema de confianza: los bancos centrales, sabiendo que sus dólares no serian más “tan buenos como el oro”, podían empezar a no estar dispuestos a acumular más dólares e incluso podían hacer fracasar el sistema mediante el intento de convertir los dólares que poseyeran. Había un precedente histórico de la predicción de Triffin. En 1931, los poseedores oficiales de libras, dándose cuenta de lo exiguas que eran las posesiones británicas de oro, contribuyeron a derrumbar el sistema del patrón-oro mediante los intentos de cambiar las libras por oro.
Una posible solución, sugerida en ese momento, fue que aumentara el precio oficial de oro en términos del dólar y de las otras monedas. Pero un aumento de este tipo sería inflacionista y habría tenido como consecuencia política perniciosa el enriquecimiento de los principales países productores de oro. Además, un aumento en el precio del oro habría producido en los bancos centrales una expectativa de mayores disminuciones en el valor oro de sus tenencias de dólares en el futuro y eso, probablemente, empeoraría mas que mejoraría, el problema de confianza creado.
El mismo Triffin propuso un plan según el cual el FMI emitiría su propia moneda, que los bancos centrales mantendrían como reserva internacional en lugar de los dólares. De acuerdo con este plan, el FMI aseguraría un crecimiento adecuado de la oferta de esas reservas internacionales de la misma manera que un banco central asegura el crecimiento adecuado de su oferta monetaria nacional. En realidad, el plan Triffin habría transformado el FMI en un banco central mundial.
En 1967, los miembros del FMI se pusieron de acuerdo para la creación de los Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo artificial de reserva similar a la moneda del FMI que Triffin había propuesto. Los DEG eran utilizados en las transacciones entre bancos centrales, pero su creación tuvo un impacto relativamente pequeño sobre el funcionamiento del sistema monetario internacional, debido a que hacia finales de los años sesenta, el sistema de tipos de cambios fijos empezó a mostrar tensiones, que pronto conducirían a su colapso. Estas tensiones estaban estrechamente relacionadas con la posición especial que tenían los Estados Unidos dentro del sistema.
La inflación mundial y la transición a los tipos de cambio flotantes La aceleración de la inflación estadounidense al final de los años sesenta, fue un fenómeno mundial. La tabla 1.1. muestra como, hacia el final de los sesenta, la inflación también se había acelerado en las economías europeas. La teoría de los tipos de cambio fijos y la intervención en los mercados de divisas predice que cuando el país de la moneda de reserva acelera su crecimiento monetario, como hicieron los Estados Unidos en la segunda mitad de los sesenta, su efecto es un incremento automático de las tasa de crecimiento monetario y de la inflación en el extranjero, a medida que los bancos centrales compran la moneda de reserva para mantener su tipo de cambio y expanden, en este proceso, su oferta monetaria. Una interpretación del derrumbe del sistema de Bretton Woods es que los países extranjeros se vieron forzados a importar la inflación de los Estados Unidos a través del siguiente mecanismo: para estabilizar su nivel de precios y recobrar el equilibrio interno, tuvieron que abandonar los tipos de cambio fijos y permitir la flotación de sus monedas ¿Qué culpa tuvo la política macroeconómica de los Estados Unidos en el derrumbamiento del sistema?
Tabla 1.1. Tasas de inflación de países europeos, 1966 – 1972 (porcentajes anuales)
Fuente: OCDE, Main Economic Indicators, Historical Statistics, París, OCDE, 1984. Las cifras se refieren a aumentos promedio de precios al consumo.
Dado que la devaluación es neutral a largo plazo, tiene finalmente que aumentar proporcionalmente el nivel de precios en el país. De esta manera, la devaluación explica parte de la inflación británica. Las huelgas francesas de 1968 llevaron a grandes aumentos saláriales, a una crisis monetaria franco-germana y a la devaluación del franco en 1969. Estos sucesos explican parcialmente el brusco aumento de la inflación francesa en 1968-1969. El papel de la inflación importada fue probablemente mayor en Alemania, donde la dolorosa experiencia de la hiperinflación anterior había hecho que los administradores de la política económica se resistieran al incremento del nivel de precios. Los datos sobre las ofertas monetarias confirman que el crecimiento monetario de los países europeos y de Japón se aceleró a finales de la década de los sesenta, tal como predice nuestra teoría. La tabla 1.2. nos muestra la evolución de las reservas internacionales y de la oferta monetaria de Alemania Occidental durante los años 1968-1972. En ella se ve como el crecimiento monetario aumentó drásticamente después de 1969 al mismo tiempo que el Bundesbank aumentaba sus reservas internacionales. Esta evidencia es consistente con el punto de vista de que la inflación estadounidense fue importada a Alemania a través de la compra de dólares del Bundesbank en el mercado de divisas.
Sin embargo, la aceleración del crecimiento monetario en Alemania no puede ser explicada completamente como una consecuencia directa de la aceleración del crecimiento monetario en los Estados Unidos. Un hojeada a la tabla 1.2. nos muestra que el crecimiento monetario en Alemania se aceleró mucho más que en los Estados Unidos después de 1969. Esta diferencia sugiere que la mayor parte del crecimiento de las reservas internacionales de Alemania fue un reflejo de la especulación sobre una posible devaluación del dólar en los primeros años setenta, y del desplazamiento resultante desde los activos en dólares hacia los activos en marcos por parte de los participantes en el mercado.
Tabla 1.2. Cambios en la oferta monetaria y en las reservas internacionales de Alemania, 1968 – 1972
Fuente: OCDE. Main Economics Indicators: Historical Statistics, 1964 – 1983, Paris, OCDE, 1984
La política monetaria de los Estados Unidos contribuyó, sin duda, a la inflación en el extranjero, por su efecto directo sobre los precios y sobre la oferta monetaria. Ayudó a hacer naufragar el sistema de tipos fijos al colocar a los responsables de la política económica extranjeros ante la alternativa de escoger entre éstos o la inflación importada. Además, la política fiscal estadounidense que hizo necesaria la devaluación del dólar, también ayudó a la inflación en el extranjero al proporcionar mayores incentivos a los flujos de capital especulativos que abandonaban el dólar. La política fiscal de los Estados Unidos de los últimos años sesenta debe ser considerada como una causa adicional de la caída del sistema de Bretton Woods.
De esta manera, el colapso del sistema de Bretton Woods se debió, en parte, al desequilibrio macroeconómico de los Estados Unidos, pero también fue debido al hecho de que la herramienta clave de la política de desviación del gasto necesario para el equilibrio interno y externo -esto es, ciertos ajustes del tipo de cambio- inspiraba ataques especulativos, que hacían que tanto el equilibrio interno como el externo fueran progresivamente más difíciles de conseguir. Los artífices del sistema de Bretton Woods habían tenido la esperanza de que su miembro más poderoso vería mas allá de sus objetivos puramente nacionales y adoptaría políticas dirigidas al bienestar de la economía mundial en su conjunto. Cuando a mediados de los años sesenta, los Estados Unidos se mostraron incapaces de soportar esta responsabilidad, el sistema de tipos de cambios fijos se deshizo.
El declive y la caída del sistema de Bretton WoodsEl sistema de paridades fijas hacia difícil a los países alcanzar, simultáneamente, el equilibrio interno y externo sin ciertos ajustes en el tipo de cambio. Sin embargo, a medida que era mas fácil transferir fondos a través de las fronteras, la propia posibilidad de que los tipos de cambio pudieran variar desató movimientos especulativos de capital, que hicieron la tarea de las autoridades económicas todavía mas difícil. La historia del colapso del sistema de Bretton Woods es la historia de los fracasados intentos por parte de los países para reconciliar el equilibrio interno y externo bajo sus reglas.
La calma antes de la tormenta: 1958-1965En 1958, el mismo año que se reinstauraba la convertibilidad de las monedas de Europa, el superávit de la cuenta corriente de los Estados Unidos disminuyó bruscamente y en 1959 se convirtió en déficit. A pesar de que se produjo una mejoría de la cuenta corriente en 1960, debido a que la economía estadounidense entró en una recesión, los bancos centrales extranjeros convirtieron en ese año casi dos mil millones de sus tenencias de dólares en oro, después de haber convertido cerca de tres mil millones en 1958 y 1959. El año 1960 marca el final del periodo de la “escasez de dólares” y el inicio de un periodo dominado por el temor a que los Estados Unidos devaluaran el dólar con respecto al oro. El precio del oro en el mercado de Londres, donde se realizaban entonces la mayoría de sus transacciones, reflejaba estas preocupaciones sobre el futuro del dólar. Mas adelante, en ese mismo año, el precio del oro subió por encima del oficial de 35 dólares la onza. Sólo después de la intervención del banco central en el mercado del oro, y de la declaración del candidato presidencial John F. Kennedy descartando una devaluación, el precio del oro retorno a su nivel oficial.
En su conjunto, el periodo de 1961 a 1965 fue tranquilo por lo que respecta a los Estados Unidos, aunque algunos otros países, en especial la Gran Bretaña, se enfrentaron con problemas externos. El superávit de la cuenta corriente de los Estados Unidos se amplió, y la amenaza de la conversión a gran escala de dólares por oro por parte de los bancos centrales extranjeros fue cada vez menor. La continua salida de capitales privados de los Estados Unidos, que aumentaban las reservas oficiales extranjeras en dólares, fueron, sin embargo, un motivo de preocupación para las Administraciones de Kennedy y de Johnson. Por eso, en 1963, los Estados Unidos empezaron a desalentar las salidas de capital, imponiendo un impuesto sobre las compras de activos extranjeros a los ciudadanos estadounidenses. En 1965 se tomaron medidas adicionales en contra de la salida de capitales.
Al principio de este periodo, Alemania se enfrentó con un dilema entre el equilibrio interno y el externo, que volvería a repetirse dramáticamente al final de la década. En 1960, Alemania experimentó un gran auge en el empleo junto con grandes entradas de reservas internacionales. Las autoridades alemanas se encontraban intentando contener este auge a través de una política monetaria contractiva, únicamente consiguieron aumentar las reservas internacionales del Bundesbank más rápidamente, como consecuencia de que éste se veía obligado a vender marcos a cambio de dólares para evitar la apreciación del marco. Una pequeña reevaluación del marco en un 5 por ciento en marzo de 1961, condujo a la economía al equilibrio interno y externo, ya que el crecimiento de la producción se redujo y el superávit de la cuenta corriente disminuyó. A pesar de que el sistema, afortunadamente, evitó en este caso una crisis mayor, esto se debió en parte a la percepción del mercado de divisas de que la reevaluación del marco reflejaba más los problemas macroeconómicas de Alemania que los de los Estados Unidos. Esa percepción cambiaria a lo largo de la siguiente década.
La escalada militar en Vietnam y la Gran Sociedad 1965-1968Muchos economistas opinan que el paquete de medidas macroeconómicas de 1965-1968 fue un gran error, y que condujo a la caída del sistema de tipos de cambio fijos. En 1965, mientras el presidente Lindón B. Johnson implicaba cada vez más a los Estados Unidos en el conflicto de Vietnam, las compras de material militar por parte del gobierno empezaron a crecer. Al mismo tiempo, otros tipos de gastos públicos también aumentaron como consecuencia de la expansión de los programas presidenciales de la “Gran Sociedad” (que incluían fondos para la educación pública y el desarrollo urbano). La tasa de crecimiento de las compras del sector público comenzó a crecer, lentamente en 1965 y bastante mas rápidamente al año siguiente. Estos aumentos en los gastos públicos no se acompañaron de sus correspondientes aumentos de impuestos: 1966 fue un año electoral y el presidente Johnson no era partidario de someterse a un examen cuidadoso de los gastos pidiendo un aumento de impuestos al Congreso.
El resultado de todo ello fue una importante expansión fiscal que provocó un aumento de los precios y un brusco deterioró del superávit de la cuenta corriente de los Estados Unidos. A pesar de que la política monetaria (medida por la tasa de crecimiento de la oferta monetaria) inicialmente se volvió contractiva a medida que la producción se expandía, el efecto negativo de los altos tipos de interés resultantes sobre la industria de la construcción llevó a la Reserva Federal a escoger una trayectoria monetaria mucho mas expansionista en 1967 y 1968. Este nuevo empuje en el nivel de precios interior condujo a los Estados Unidos a una tasa de inflación cercana al 6 por ciento anual al final de la década. Sólo en junio de 1968 se firmó una ley que aumentaba los impuestos, pero por entonces ya se había hecho un daño irreparable a la economía estadounidense y al sistema monetario internacional.
De la crisis del oro al colapso: 1968-1973Las primeras señales de los futuros problemas vinieron del mercado de oro de Londres. A finales de 1967 y principios de 1968, los especuladores privados empezaron a comprar oro anticipándose a los aumentos de su precio en dólares. Se pensaba en ese momento que la especulación era provocada por la devaluación de la libra británica de noviembre de 1967, pero probablemente también fomentaron los sentimientos especulativos la brusca expansión monetaria de 1967 en los Estados Unidos y el crecimiento de su inflación. Después de la venta masiva de oro por parte de la Reserva Federal y los bancos centrales europeos, el banco de Inglaterra cerró el mercado de oro el 15 de marzo de 1968. Dos días después, los bancos centrales anunciaban la creación de un mercado de oro a dos niveles, uno privado y otro oficial. Los comerciantes privados de oro continuarían sus intercambios en el mercado de oro de Londres, pero el precio fijado en ese mercado podría fluctuar. Por el contrario, los bancos centrales continuarían sus transacciones en el nivel oficial al precio oficial del oro de 35 dólares la onza.
La creación de este mercado a dos niveles fue un punto de inflexión en el sistema de Bretton Woods. El objetivo básico del patrón cambio oro creado en Bretton Woods era prevenir la inflación por medio de la sujeción del precio del dólar al oro. Al romper los vínculos entre la oferta de dólares y el precio del oro fijado por el mercado, los bancos centrales habían tirado por la borda la salvaguarda del sistema contra la inflación. Las nuevas medidas no eliminaron por completo la restricción externa de los Estados Unidos, porque los bancos centrales extranjeros mantuvieron el derecho de comprar oro a cambio de dólares a la Reserva federal. Pero el precio oficial del oro se vio reducido a un artilugio ficticio, que sólo servia para cuadrar las cuentas entre bancos centrales y no supuso, en adelante, una limitación automática al crecimiento monetario mundial.
En junio de 1968, el aumento de los impuestos empujó a la economía estadounidense a una recesión en 1970, pero la inflación creció durante ese año. Por entonces, las expectativas inflacionistas se habían consolidado en la economía y afectaban a los salarios pactados, incluso a pesar de la recesión. La caída de la demanda agregada contribuyó, sin embargo, a mejorar la cuenta corriente de los Estados Unidos en 1970.
La mejoría de la balanza por cuenta corriente estadounidense resultó ser pasajera. Los resultados adversos de la balanza de pagos, publicados a principios de 1971, contribuyeron a poner en marcha las compras privadas masivas de marcos alemanes en el mercado de divisas, motivadas por las expectativas de que el marco sería revaluado respecto del dólar. En un único día, el 4 de mayo de 1971, el Bundesbank tuvo que comprar mil millones de dólares para mantener fijo su tipo de cambio con respecto al dólar ante la gran demanda de su moneda. En la mañana del día 5 de mayo, el Bundesbank compro mil millones de dólares sólo en la primera hora del mercado de divisas; a partir de ese momento, el banco emisor alemán se dio por vencido y permitió la flotación de su moneda. La alternativa a esa flotación hubiese sido un aumento incluso mayor de la oferta monetaria alemana como resultado de las compras de dólares por parte del Bundesbank.
A medida que pasaban las semanas, los mercados se convencían cada vez más de que el dólar debía ser devaluado frente a la mayoría de las monedas europeas. El desempleo en los Estados Unidos era aun alto en 1971, y su nivel de precios había crecido de forma importante en los años anteriores. Para reinstaurar el pleno empleo y el equilibrio de la cuenta corriente, los Estados Unidos tenían que provocar de alguna manera la depreciación real del dólar.
Esa depreciación podía llevarse a cabo de dos maneras. La primera, mediante una caída en el nivel de precios de los Estados Unidos en respuesta a su desempleo interno, junto con un aumento del nivel de precios en el extranjero en respuesta a las continuas compras de dólares por parte de los bancos centrales europeos. La segunda, mediante una disminución del valor nominal del dólar en términos de las monedas extranjeras. El primer camino –desempleo en los Estados Unidos e inflación en el extranjero- parecía demasiado doloroso a los gestores de la política económica como para que se tuviera en cuenta. Los mercados supusieron de forma correcta que era inevitable un cambio en el valor del dólar y su realización condujo a renovadas ventas de dólares en el mercado de divisas, alcanzando un máximo en agosto de 1971.
Sin embargo, la devaluación no era un asunto fácil para los Estados Unidos. Cualquier otro país podía variar su tipo de cambio frente a todas las demás monedas, simplemente fijando su tipo de cambio con el dólar a un nuevo nivel. Pero en tanto que “enésima moneda”, el dólar solo podía ser devaluado si los otros países se ponían de acuerdo en fijar sus respectivas monedas con el dólar a un nuevo tipo de cambio. Así que la devaluación del dólar sólo se podía conseguir por medio de intensas negociaciones multilaterales, y algunos países no tenían mucho interés en la revaluación, porque ésta haría a sus productos más caros comparado con los estadounidenses y, de esta manera, perjudican a sus industrias de exportación e importación.
El presidente Richard M. Nixon forzó la decisión el 15 de agosto de 1971. Primero, acabó con las pérdidas de oro de los Estados Unidos, al anunciar que su país no seguiría vendiendo de forma automática oro a los bancos centrales extranjeros por más tiempo. Esta decisión terminó de cortar los lazos que existían entre el dólar y el oro. Segundo, el presidente impuso un impuesto del 10 por ciento sobre todas las importaciones a los Estados Unidos, que se mantendría en pie hasta que los socios comerciales de los estadounidenses se pusieran de acuerdo en revaluar sus monedas respecto del dólar. Al mismo tiempo, anunció una serie de medidas de estabilización interna, que incluían la congelación de precios y salarios con el objetivo de reducir la inflación interna.
El acuerdo internacional sobre el realineamiento de los tipos de cambio se consiguió en diciembre de 1971 en la “Smithsonian Institution” de Washington D.C. En promedio, el dólar fue devaluado alrededor de un 8 por ciento frente a las otras monedas y fue suprimido el 10 por ciento de recargo sobre las importaciones que los Estados Unidos habían impuesto para forzar el acuerdo. El precio oficial del oro subió a 38 dólares la onza, pero este cambio no tuvo consecuencias económicas porque los Estados Unidos no reanudaron la venta de oro a los bancos centrales extranjeros. El acuerdo Smithsoniano, a pesar de que fue calificado en su momento por el presidente Nixon como “el acuerdo monetario más importante en la historia del mundo” estaba en ruinas menos de 15 meses después. El repentino deterioro de la balanza por cuenta corriente de los Estados Unidos en 1972, junto con un brusco aumento del crecimiento monetario antes de la elección presidencial de ese año, convencieron a los mercados de que la devaluación del dólar había sido insuficiente. A lo largo de 1972 se produjeron flujos de capitales especulativos de dólares hacia otras monedas, especialmente hacia el marco y el yen. Alemania aumentó el control sobre la entrada de capitales para impedir que este flujo de reservas aumentase su oferta monetaria.
A primeros de febrero de 1973 empezó otro ataque especulativo a gran escala contra el dólar y el mercado de divisas fue cerrado, mientras los Estados Unidos y sus principales socios comerciales negociaban medidas de apoyo al dólar. El 12 de febrero se anunció una nueva devaluación del dólar de un 10 por ciento, pero la especulación contra la divisa estadounidense se reanudó tan pronto como los países permitieron la reapertura del mercado de cambios. El 1 de marzo, después de la compra de 3.6 miles de millones de dólares por parte de los bancos centrales europeos para evitar la apreciación de sus monedas, el mercado de divisas fue cerrado nuevamente.
Cuando este se reabrió el 19 de marzo, las monedas de Japón y de la mayoría de los países europeos flotaban respecto del dólar. La flotación de los tipos de cambio de los países industrializados respecto del dólar se veía, en ese momento, como una respuesta transitoria a los movimientos especulativos de capital incontrolables. Pero los acuerdos provisionales que se adoptaron en marzo de 1973 resultaron ser permanentes, y marcaron el final de los tipos de cambios fijos y el principio de un turbulento periodo en las relaciones monetarias internacionales.
Resumen 1.- En una economía abierta, las autoridades económicas tratan de mantener el equilibrio interno (pleno empleo y estabilidad del nivel de precios) y el equilibrio externo (un nivel en su balanza por cuenta corriente, que no sea ni tan negativo que un país no pueda pagar sus deudas exteriores ni tan positivo, que sean los demás los que se encuentren en esa situación). La definición del equilibrio externo depende de un conjunto de factores que incluyen el régimen del tipo de cambio y las condiciones económicas mundiales. Dado que las políticas macroeconómicas de los países tienen repercusiones en el extranjero, la capacidad de un país para conseguir el equilibrio interno y externo depende de las políticas que adopten los otros países.
2.- El sistema del patrón-oro tenia un poderoso mecanismo automático para asegurar el equilibrio externo, el mecanismo del ajuste “flujo de especie-precio”. Los flujos de oro que acompañaban los déficit y los superávit daban lugar a cambios en los precios que reducían los desequilibrios de la cuenta corriente y, de esta manera, tendían a retornar al equilibrio externo a todos los países. Sin embargo, el funcionamiento del sistema a la hora de mantener el equilibrio interno fue variado. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, el patrón-oro quedó en suspenso.
3.- Los intentos de volver al patrón-oro de la preguerra después de 1918 fueron un fracaso. Mientras la economía mundial se dirigía hacia la recesión general de 1929, el patrón-oro restaurado se deshizo y la integración económica internacional se debilitó. En las turbulentas condiciones económicas del periodo, los países hicieron del equilibrio interno su principal preocupación e intentaron evitar el problema del equilibrio externo, aislando parcialmente sus economías de las del resto del mundo. El resultado fue una economía mundial en la que todos los países podían haber mejorado a través de la cooperación internacional.
4.- Los artífices del Fondo Monetario Internacional (FMI) confiaban en diseñar un sistema de tipos de cambio fijos que incentivase el crecimiento del comercio internacional, al mismo tiempo que hacían suficientemente flexibles los requisitos del equilibrio externo, para que éste se pudiera conseguir sin sacrificar el equilibrio interno. Para ello, los estatutos del FMI proporcionaban facilidades financieras a los países con déficit, y permitía ajustes en el tipo de cambio en condiciones de “desequilibrio fundamental”. Todos los países vincularon sus monedas al dólar y los Estados Unidos vincularon el dólar al oro, estando de acuerdo en cambiar oro por dólares con los bancos centrales extranjeros al precio de 35 dólares la onza.
5.- Después de que en 1958 se reinstaurara la convertibilidad de las monedas europeas, los mercados financieros de los países se integraron más, la política monetaria se hizo menos efectiva (excepto para los Estados Unidos) y los movimientos en las reservas internacionales se convirtieron en mas volátiles. Estos cambios revelaban una cierta debilidad en el sistema. Para conseguir el equilibrio interno y externo al mismo tiempo, se necesitaban tanto las políticas de desviación del gasto como las de variación del mismo. Pero las políticas de desviación del gasto (movimientos en el tipo de cambio) podían dar lugar a un aumento de los flujos especulativos de capital que socavaran los tipos de cambio fijos. Como el país de la principal moneda de reserva, los Estados Unidos, se enfrentaban a un único problema de equilibrio externo: el problema de la confianza, que podía surgir si las tenencias oficiales de dólares por parte de los países extranjeros crecían hasta exceder las reservas de oro de los Estados Unidos.
6.-Las políticas macroeconómicas de los Estados Unidos a finales de los años sesenta ayudaron a provocar el derrumbamiento del sistema de Bretton Woods a comienzos de 1973. La política fiscal superexpansiva de los Estados Unidos contribuyó a la necesidad de devaluar el dólar, a principios de los setenta y los temores de que esto ocurriese desencadenaron unos flujos especulativos de capitales huyendo del dólar, lo que hinchó las ofertas monetarias de los países extranjeros. El mayor crecimiento monetario de los Estados Unidos alimentó la inflación interior y la extranjera, haciendo que los países fueran cada vez más reacios a continuar importando la inflación estadounidense a través de los tipos de cambio fijos. Una serie de crisis internacionales, que empezaron en la primavera de 1971, condujeron, por etapas, al abandono de los lazos del dólar con el oro y de los tipos de cambio fijos con respecto del dólar por parte de los países industrializados.
Bibliografía
Dornbusch, Rudiger y Fischer, Stanley; Macroeconomía; 5ta Edición, Mc Graw Hill, 1992
Salvatore, Dominick; International Economics; 5th Edition, Prentice Hall, New Jersey, 1993
Krugman, Paul y Obstfeld, Maurice; Economía Internacional: Teoría y Política; Mc Graw Hill, España, 1995
Leer: “Cuando la deuda nos llama”: Historia de las Crisis Financieras Internacionales
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Por ello, la posibilidad de una crisis en las balanzas de pagos concedió creciente importancia al objetivo externo de fijar un determinado nivel en la balanza por cuenta corriente. Incluso desequilibrios en la cuenta corriente, justificados por diferentes oportunidades de inversión internacional o causados por factores puramente temporales, podían alimentar sospechas de un cambio inminente en la paridad de la moneda. En este ambiente, los gestores de la política económica tenían incentivos adicionales para evitar cambios bruscos en la balanza por cuenta corriente. |
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