Artículos editoriales |
Fecha: 30/01/09 |
Debilidad del peso y recuperación económica Alejandro Gómez Tamez * Estos últimos días hemos visto que el tipo de cambio peso – dólar se encuentra en su cotización interbancaria por arriba de los $14 pesos. Ante esta situación hay quienes han responsabilizado al Banco de México por haber bajado su tasa de interés referencial de 8.25 por ciento a 7.75 por ciento. Sin embargo, la realidad es que en estos momentos la oferta de capitales a nivel internacional es inelástica respecto a la tasa de interés (tiene muy poca sensibilidad a las tasas) precisamente por la crisis de liquidez en el sistema financiero internacional, por lo que la razón de la depreciación del peso se debe más bien a factores estructurales de la economía nacional.
Para entender como es que el peso ha caído desde octubre de 2008 y posiblemente continuará cayendo a lo largo de 2009, es necesario explicar la razón por la cual estuvo tan sobrevaluado durante tanto tiempo, hasta el punto de que se hablaba con orgullo de un “super peso”. Debemos entender que un factor que explica la fortaleza relativa de las monedas es el elemento irracional de la confianza. Sin embargo, lo que subyace a largo plazo esta confianza son las fuerzas de la oferta y la demanda, y entonces la pregunta principal aquí es ¿Por qué hubo tanta demanda de pesos y ahora ya no la hay?
¿Por qué el debilitamiento crónico del peso? La respuesta obviamente exhibe nuestras limitantes estructurales. En primer lugar, hemos consistentemente tenido grandes déficits en nuestra balanza comercial desde hace 11 años (tan sólo en el año 2008 fue de 16 mil 838 millones de dólares). Por lo tanto la demanda de pesos para comprar nuestros bienes y servicios es menor que nuestra demanda de divisas para comprar bienes y servicios importados.
Por su parte, el turismo observa un balance apenas positivo de 211.1 millones de dólares en el mes de octubre de 2008, el cual es el último dato disponible. En cuanto a la riqueza que genera la exportación de materias primas (o commodities), tenemos que el petróleo llegó a registrar su precio máximo hace algunos meses y esta fuente de divisas está en franco declive (la balanza comercial petrolera cayó 63.9 por ciento en diciembre de 2008). Esto hace evidente que la demanda real de pesos es muy escasa; y si a esto le agregamos la disminución de 3.6 por ciento en las remesas durante 2008, la situación es realmente complicada para el peso.
Sabemos además de la expansión masiva de la deuda interna por parte de México en los últimos años. Y es que se ha tenido una estrategia de canjear deuda externa por deuda interna de tal manera que la colocación de deuda interna del sector público a través de valores llegó a los 2 billones 286 mil 438 millones de pesos en 2008, cifra equivalente a 9.79 por ciento más que en 2007 o bien 218.9 por ciento más que en el año 2000 en términos nominales.
Esto último es importante porque también sabemos que mucha de esa deuda fue financiada por inversionistas de otros países mediante entradas de inversión extranjera de cartera. Así que para prestarle al gobierno mexicano, cada año en que ha tenido un déficit fiscal o cada vez que ha tenido que renegociar su deuda pública, los inversionistas de otras naciones tenían que comprar pesos para así poder prestar ese dinero adquiriendo Cetes.
Esta, por si sola, fue una gran fuente de demanda de pesos durante los últimos años en que tuvimos estabilidad en el tipo de cambio. En otras palabras, buena parte de la demanda de nuestra moneda era demanda ocasionada porque los inversionistas deseaban invertir en instrumentos de deuda mexicanos. Así, lo que sucede ahora en día es que algunos inversionistas internacionales que compraban papel gubernamental mexicano están dejando de proveer crédito a nuestro país, y por lo tanto ya no están comprando pesos para prestarnos. La demanda por parte de esta fuente ahora en día es prácticamente inexistente.
Sumando todo lo anterior tenemos que en estos momentos hay muy poca demanda verdadera de pesos y por eso nuestra moneda se debilita.
De esta manera fue que tuvimos la apariencia de un “super peso” conforme el dinero prestado de otros países (quienes también viven de prestado como Estados Unidos) inundó nuestra bolsa de valores y demandaban nuestros instrumentos de deuda, tanto de empresas como del gobierno mexicano, los cuales pagaban jugosos rendimientos cortesía de la política monetaria restrictiva del Banco de México.
Todo esto nos lleva a ser enérgicos y señalar que la única salida de esta crisis consiste en modificar los fundamentales de nuestra economía para que ésta regrese a la producción de más bienes y servicios para un crecimiento basado en las exportaciones, y alejado de la estrategia errónea de permitir elevados y crecientes déficits en la balanza comercial financiados con la entrada de inversión extranjera de cartera. Deben quedar atrás los años en que se pensaba que el tamaño del déficit en la balanza comercial no importaba, ya que teníamos garantizado el financiamiento de dicho déficit endeudándonos con el exterior y vendiendo nuestros activos en la forma de inversión extranjera directa (con un superávit en la cuenta de capital).
Este replanteamiento lo están realizando varios países. Sabemos que a nivel mundial será un ajuste largo y doloroso que provocará que muchos países pierdan su lugar en el listado de economías líderes, y la recuperación de esta crisis llevará muchos años; pero también es cierto que aquellos países que en la actualidad registran superávit en su balanza comercial y aquellos que sean capaces de echar a andar más rápidamente sus fábricas promoviendo exportaciones serán los primeros en salir delante de esta complicada situación.
Para esto es urgente que los líderes empresariales en el ámbito nacional hagan una propuesta de paquete fiscal a la Secretaría de Hacienda con el objetivo de que se incentiven las exportaciones y se estimule la producción. En este sentido ya ha habido algunos pronunciamientos por parte del Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex, sin embargo, lo que se requiere es un plan concreto, no solamente declaraciones de lo que se desea que ocurra.
Cabe recordar que China ha instrumentado a partir de finales de 2008 una serie de rebajas en los impuestos a sus empresas exportadoras, mientras que otras naciones como Costa Rica ofrecen menores tasas de impuesto sobre la renta a aquellas empresas que exportan más del 75 por ciento de su producción.
Así pues, tenemos ya un tipo de cambio competitivo en niveles arriba de los $14 pesos por dólar, tenemos tratados de libre comercio, tenemos experiencia haciendo negocios internacionales. También el Banco de México ya puso de su parte al bajar las tasas de interés, ¿entonces que es lo que falta para poder exportar? Pues la parte de apoyos fiscales por parte del Gobierno Federal y de los gobiernos de los Estados. Además de una estrategia de promoción de exportaciones en la que los gobernantes acompañen a los empresarios en las misiones comerciales para que esto le dé confianza a los compradores potenciales (así el proceso de compra se puede agilizar).
Es cierto que el gobierno federal hace bien en tener un plan de apoyo para la economía interna que consiste en elevar el gasto de infraestructura, congelar el precio de la gasolina, apoyar a las pequeñas empresas con compras gubernamentales, entre otros. Pero también es cierto que nuestro país tardará menos en recuperarse si se apoya al sector exportador, si se elimina el déficit en la balanza comercial y cambiamos el enfoque de la clase de crecimiento que queremos tener como nación.
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