Artículos editoriales |
Fecha: 27/02/09 |
Exportaciones a la baja y equipo desarticulado Alejandro Gómez Tamez * La situación económica nacional e internacional es realmente complicada, y muestra de ello son los datos acerca de la evolución de nuestro comercio internacional durante el mes de enero. Tenemos que de acuerdo a cifras preliminares, en dicho mes tuvimos un déficit en la balanza comercial de 1 mil 558 millones de de dólares, cifra inferior al déficit de 1 mil 764 millones de dólares observado en el mes de enero de 2008. A simple vista esta cifra parece positiva, pero no lo es cuando analizamos lo que hay detrás de ella.
Sucede que durante enero, nuestro volumen de exportación disminuyó 31.5 por ciento, producto de una caída de 54.2 por ciento en las exportaciones petroleras y de un desplome de las exportaciones no petroleras de 26.3 por ciento. Concretamente lo más alarmante es que las exportaciones manufactureras cayeron 26.8 por ciento, la cual se constituye como la mayor disminución en este tipo de exportaciones desde que se tiene registro de ellas. Lo que estos datos confirman es la clara desaceleración de la economía mundial, y que simplemente están dejando de comprar nuestros productos.
Por su parte, en México sufrimos los estragos de un tipo de cambio en prácticamente $15 pesos por dólar, además de una desaceleración económica que se evidencia en la caída del PIB de 1.6 por ciento en el cuarto trimestre de 2008, por lo que nuestras importaciones también se colapsaron. Comparando enero de 2009 con el mismo mes de 2008, tenemos que nuestras importaciones disminuyeron 30 por ciento, lo cual fue motivado por caídas de 52.4 por ciento en nuestras importaciones petroleras y disminución de 27.3 por ciento en las importaciones no petroleras. Y en estos datos llama la atención que la disminución de las importaciones de bienes de consumo es de -44.2 por ciento, ya que evidencia el pesimismo del consumidor mexicano.
Estas cifras no deben pasarse de largo, sino que deben servirnos para la reflexión en relación a lo que está sucediendo y a lo que debemos hacer como país para salir delante de esta situación. En múltiples artículos editoriales he señalado que el gobierno mexicano debe centrar sus esfuerzos en apoyar las micro, pequeñas y medianas empresas para que puedan exportar y crear empleos, y en este sentido hay múltiples acciones que se pueden implementar, por ejemplo: 1) misiones comerciales encabezadas por el Presidente de la República, representantes de la Secretaría de Economía y gobernadores, para facilitar el esfuerzo de venta (es más fácil que atiendan a nuestros empresarios y que les compren cuando van acompañados de alguna autoridad); 2) apoyos fiscales a los empresarios exportadores, tal como lo está haciendo China con devoluciones de impuestos; 3) establecimiento de bodegas en el exterior, con cargo al erario, para facilitar el almacenaje de y venta de productos nacionales. Lo que necesitamos es esencialmente vender, vender y vender al resto del mundo a como dé lugar.
En un comentario al margen, es impresionante ver que un país como China esta preocupado porque su crecimiento económico solamente será de 9%, mientras que aquí en México estamos ya muy resignados a que nuestro PIB caerá entre un 1 por ciento y un 2 por ciento en 2009.
En fin, el número de alternativas que México pueden emprender para fortalecer a las micros, pequeñas y medianas empresas es muy amplio (algunas ya se llevan a cabo pero son el suficiente impulso), y es que si bien la economía mundial se está contrayendo, también es cierto que un producto mexicano que hace un año se podía vender en el extranjero en $10 dólares, ahora pudiera colocarse en los mercados internacionales en $7.40 dólares (ya tomando en cuenta la inflación en México y la depreciación del peso). Esto es, los productos mexicanos ahora son en promedio un 26 por ciento más baratos que hace un año, y debemos explotar esta ventaja, pero para ello se requiere de un verdadero y decidido apoyo gubernamental en todos los órdenes.
Otro punto que es fundamental para nuestra competitividad económica tiene que ver con algunos sectores económicos que han gozado de una injustificada protección de la competencia exterior. Es una realidad que con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norte América (TLCAN), muchas micros, pequeñas y medianas empresas se vieron obligadas a competir contra las grandes corporaciones estadounidenses prácticamente de inmediato, de manera que las ineficientes perecieron y las que pudieron hacerse productivas sobrevivieron. Sin embargo, en el marco de este acuerdo algunos sectores han gozado de una protección injustificada, y no me refiero al sector agrícola (el cual es imposible que compita con el campo estadounidense tecnificado y fuertemente subsidiado), sino al sector automotriz que ha tenido prácticamente el calendario de desgravación más lento de todas las ramas industriales.
Ahora en día hay una controversia en relación a si se va a permitir la importación legal de autos usados al país, y ya varios legisladores en un ánimo electorero han dicho que no y que debemos proteger a esta industria. ¿No se dan cuenta los legisladores que tenemos una industria automotriz igual de obsoleta que la estadounidense y que por ello en enero de este año las exportaciones de este sector cayeron 51 por ciento respecto al mismo mes de 2008?
La verdad es que no se entienden varias decisiones de política industrial del país, ya que por un lado parece que tienen prisa para eliminar los aranceles compensatorios a las importaciones desleales de calzado y textiles de China, pero por otra parte no tienen mayor intención de abrir el sector automotriz a la total y libre competencia internacional. En otras palabras, dos sectores intensivos en mano de obra como el textil y el de calzado no tienen protección en el marco del TLCAN, ni en el marco de ningún otro tratado comercial que tengamos, pero el sector altamente automatizado de la fabricación de automóviles goza de una protección que se ha prolongado ya durante 15 años desde 1994 que entró en vigor el TLCAN.
Y no es que se desee que este sector deje de estar protegido por simple capricho, sino que debemos caer en cuenta de que si queremos un sector más competitivo a nivel nacional y reactivar nuestras exportaciones, es conveniente que se les ponga a competir abiertamente para que ahora si se preocupen por producir los carros que realmente requiere el mercado mexicano en términos de precio, economía en el uso de combustibles, diseño, etcétera. Además, de que estos cambios le vendrían bien a las mipymes que proveen al sector automotriz porque también se harían más competitivas.
Otro punto que es importante tocar es el que tiene que ver con la relación que llevan el Gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, y el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens. Es ampliamente comentado que llevan una mala relación y que inclusive no se hablan. Esta es una situación más que lamentable para el país, ya que es ahora cuando el país requiere de unidad en el gobierno federal que permita instrumentar efectiva y rápidamente las políticas económicas que hagan más llevadera la difícil coyuntura económica. Seguramente tanto Ortiz como Carstens tienen amplio conocimiento de los temas económicos, y lo peor que ahora puede pasar es que por “egoísmo” no compartan sus puntos de vista y que no se pongan de acuerdo en torno a lo que hay que hacer por el bien de la nación.
Debo reconocer que he sido crítico en torno al Banco de México en relación a su desfase en la implementación de la política monetaria. Concretamente, no he estado de acuerdo en que la baja en las tasas de interés ocurra ahora, ya que esa es una decisión que se debió haber tomado hace un año para entonces debilitar el peso y no haber cometido el error de haber creado la falsa ilusión de un “super-peso”. Hay que recordar que fue hace un año cuando el presiente Calderón, el secretario Carstens y hasta el propio Gurría en la OCDE, se pronunciaron porque el Banxico bajará sus tasas de interés y esta institución no hizo caso sino por el contrario subió las tasas, y fue hasta este año que por fin decidió bajarlas. Sin embargo, ahora lo importante es que esto ya quede atrás y que las autoridades hacendarias y del Banco de México trabajen en sincronía para implementar políticas que estabilicen al peso, se conserven las reservas internacionales en torno a los 80 mil millones de dólares, se fortalezca el mercado interno (dado que las importaciones han caído de manera importante ahora los productores nacionales podrán vender más internamente), se dé entrada a un mayor número de participantes en la banca comercial, entre otros aspectos que beneficien a la nación.
La situación es apremiante y no vemos que se tomen medidas para revertir un escenario que cada vez es más complicado por la caída de la producción y del empleo en prácticamente todos los sectores de actividad. Ojala y estos personajes pronto se pongan de acuerdo, y que el equipo del presidente Calderón haga su trabajo con celeridad y eficiencia; ya que de lo contrario será mejor que se vayan a su casa. Necesitamos gente que vea por México y deje de lado sus egoísmos y pugnas personales. Director General GAEAP* |
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