Artículos editoriales |
Fecha: 3/06/10 |
¿Qué provocó la Ley Arizona? Alejandro Gómez Tamez*
No cabe duda de que en este momento la dificultad más grave por la que atraviesa el país es la inseguridad, la cual como veremos en este artículo va de la mano con el problema económico y mutuamente se refuerzan generando un circulo perverso extremadamente costoso. A continuación hago un diagnóstico de parte del problema en función de cifras económicas generadas por fuentes reconocidas:
El pasado 9 de mayo el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) dio una nota que debió habernos aterrado; sin embargo, dicha nota pasó casi desapercibida ate la opinión pública. Este centro de estudios, dependiente del Consejo Coordinador Empresarial, nos dijo que en México el costo de la inseguridad es mayor al 15 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Así pues, si al primer trimestre de 2010, el PIB nominal fue de $12.3 billones de pesos, ¡pues entonces el costo de la inseguridad asciende anualmente en el país a unos $1.85 billones de pesos!, ¡Esto es aproximadamente unos $145 mil millones de dólares por año!
Para ponerlo en perspectiva, el CEESP nos dice que dicho costo de la inseguridad equivale a más del doble de lo que el país gasta en educación en un año; o bien, es casi cinco veces más dinero de lo que los estados y municipios reciben al año como participaciones federales (y eso que para muchos municipios esta es su principal fuente de ingresos).
La inseguridad se ha convertido en un grave flagelo nacional, ya que además de afectar gravemente nuestra vida diaria dañando el patrimonio de las personas, además genera una incidencia negativa poniendo en riesgo aspectos como la vida, la libertad y la salud de los individuos. Y desde el punto de vista eminentemente económico, el CEESP pone el dedo en la llaga al asegurar que cada año enormes cantidades de recursos son desviados de actividades productivas para tratar de prevenir y combatir los efectos negativos que la inseguridad acarrea, lo cual obstaculiza tanto el desarrollo, como el crecimiento económico. Y es que es verdad, hay empresarios que en lugar de invertir en sus empresas comprando nueva maquinaria y equipo, tienen que invertir en sistemas de seguridad para evitar ser robados.
A México le cuesta mucho la delincuencia. Cuando ocurren este tipo de actos se destruye el capital empresarial, se deteriora el ambiente para los negocios, se ocasionan pérdidas de capital humano y hay desviación de recursos que son necesarios para actividades prioritarias como educación y salud, hacia el combate a la delincuencia. ¿Cuánto gastan cada año las instancias federales, estatales y municipales en el combate a la delincuencia? Si esos recursos mejor se utilizaran para construir infraestructura y para educar a los niños y jóvenes, México podría dar un paso más rápido al desarrollo.
Lamentablemente ahora en día ya es común conocer de casos de empresarios que se ven forzados a cerrar las puertas de sus negocios porque no pueden “pagar la cuota” que les cobran los delincuentes para permitirles operar. De igual manera, en las ciudades en las que hay mayor delincuencia, se desalienta que la gente salga y eso le pega directamente a los negocios que ven sus ventas disminuidas.
Así pues, los efectos nocivos de la delincuencia se ven por todas partes. En este sentido, el pasado 5 de mayo el portal de CNNExpansión publicó que según la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos (Canirac), la inseguridad ha provocado el cierre de 69 mil restaurantes en el país, lo cual equivale a un 20 por ciento de éstos. Así, los ingresos de este sector de actividad han caído en promedio 30 por ciento, y en algunas partes del país el descenso de la actividad alcanza el 60 por ciento. Y es que es natural que, sobre todo en las noches, la gente tenga temor de salir de sus casas.
Para continuar ilustrando la gravedad del problema de la inseguridad que viven las empresas mexicanas, podemos mencionar que el pasado 20 de abril, también CNNExpansión publicó una nota en la que se da cuenta de lo extendido que está ya el problema. En dicha nota se señala que en un sondeo llevado a cabo en marzo de este año (denominado Barómetro de Empresas) por parte de la firma Deloitte, los empresarios mexicanos afirmaron que efectivamente la recuperación económica ya empezó, pero ahora se considera que la inseguridad es el factor principal que limitaría la actividad productiva.
Este tipo de sondeo se lleva a cabo cada tres meses y mide el clima de negocios entre los empresarios del país, y en la más reciente medición se registró un crecimiento histórico inusitado del factor inseguridad como amenaza a la economía, que supera ya a los desacuerdos políticos y a la situación económica de Estados Unidos. Es decir, al empresario mexicano promedio le preocupa más que lo vayan a asaltar que si Estados Unidos se recupera. Esto nunca se había registrado en las mediciones de Deloitte.
En opinión de los consultados por dicha empresa, la inseguridad representa por sí sola casi la mitad (48.5%) de los factores que podrían limitar la actividad económica de México en los meses por venir, cuando en marzo de 2007 representaba 20% y en igual mes de 2008 y 2009 alrededor de 15%. ¿Se necesita alguna otra muestra del deterioro nacional?
¿Y ustedes creen que la situación de inseguridad que se vive en México trasciende nuestras fronteras? Pues claro que sí. El pasado 25 de marzo se publicaron notas en las que se señala que varias firmas estadounidenses están reconsiderando sus inversiones en México ante el clima de inseguridad. La Cámara Americana de Comercio en México aplicó una encuesta en la que se encontró que el 27 por ciento de sus miembros está ya reconsiderando el futuro de sus proyectos en nuestro país dado el aumento de la inseguridad; y lo que es peor: el 37 por ciento de los empresarios encuestados señaló que en 2009 sufrió ataques a sus cadenas de suministro.
Y hay otros tantos datos igualmente graves que arroja la encuesta de la Cámara: el 34 por ciento de las compañías consultadas en 2009 se sienten menos seguras que en 2008. Además de que sus cifras arrojan que el robo en carreteras creció 40 por ciento en el último año.
Ante todo lo anteriormente expuesto no debemos dejar de tener presente la relación que hay entre economía y seguridad. No se nos debe olvidar pues que la inseguridad genera un círculo vicioso, en el cual una alta tasa de criminalidad desalienta la inversión, frena el crecimiento económico, se profundiza el desempleo y se incrementa la pobreza, lo que a su vez genera más crimen y violencia.
Así, si se percibe un país inseguro y con escaso crecimiento económico, ¿qué es lo que hacen muchos? Pues irse a otras partes donde consideran que hay mayores oportunidades. Y de los que se van, sobre todo a Estados Unidos, algunos se van con todas las de la ley y con sus papeles en regla; aunque la mayoría emigra ilegalmente (muchos utilizando su visa de turista para ya no regresar).
En relación al punto anterior, abordaré primero algunas cifras relacionadas con la emigración de los llamados “cerebros”. Apenas el pasado 3 de junio de este año se nos informó que de acuerdo al subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, la 'pérdida' neta anual de mexicanos con al menos estudios de licenciatura ascendió en la última década a casi 20 mil personas por año. Esto implica que por cada 16 habitantes en México con licenciatura, hay otro mexicano en Estados Unidos con ese mismo nivel de estudios. Además de que el 15 por ciento de los mexicanos de más de 15 años de edad que reside en Estados Unidos tiene estudios de preparatoria, unos 465 mil licenciatura y 125 mil maestría o doctorado.
Al final de cuentas, México se ha convertido en un expulsor natural de personas preparadas, ya que de acuerdo a cifras oficiales, por cada cinco residentes mexicanos con maestría y tres con doctorado hay otro en Estados Unidos.
No se necesita ser un genio para saber que este enorme éxodo de “cerebros” implica para México la transferencia de un valioso recurso humano, la cual sin duda hay que contener. ¿Pero cómo se contiene la emigración cuando se carece de oportunidades dignas que ofrecer a los que se van? Sin duda es una labor prácticamente imposible.
Por su parte, también se debe mencionar el fenómeno que se ha dado en fechas recientes de emigración de personas hacia los Estados Unidos, los cuales entran a dicho país con visa de turista, pero ya no regresan a México. Estas son personas que se sienten expulsadas, tanto por la falta de oportunidades, como por la delincuencia; y son estas personas las que están causando un enorme malestar a los gobiernos de los estados fronterizos con México.
De ninguna manera se pretende justificar la legislación retrograda como la SB-1070 de Arizona, pero de lo que si debemos hacer el esfuerzo es de entender qué fue lo que la originó y qué es lo que provoca que otros 17 estados la quieran imitar.
Estados Unidos está recibiendo oleadas de mexicanos que huyen de la delincuencia y de un país que no ofrece un trabajo bien remunerado. Los estadounidenses se quejan de su situación económica (en la que registran desempleos cercanos al 10 por ciento en promedio y en algunas ciudades de California inclusive superiores al 15 por ciento), y ante la entrada masiva de inmigrantes es natural que demanden a sus políticos hacer algo al respecto. En el vecino del norte hay elecciones este año, y hay muchos políticos en aquella nación que están dispuestos a hacer lo que sea en aras de agradar al electorado y no se van a detener por consideraciones humanitarias o de derechos humanos.
Así pues, de nueva cuenta el punto es el siguiente: no le echemos la culpa a los estadounidenses por sus leyes (BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA LOS ESTOY DEFIENDO), más bien exijamos a los políticos mexicanos que de una vez por todas implementen leyes y políticas tendientes a fomentar el crecimiento económico y a combatir a la delincuencia.
No se pueden postergar más las reformas estructurales, no podemos seguir con esos inmensos diferenciales de tasas de interés, no podemos continuar con una política que ocasiona déficits crónicos en la balanza comercial. Hay una enorme cantidad de cosas que como mexicanos debemos hacer. Dejémonos de quejar de la Ley Arizona, mejor pongámonos a trabajar para arreglar la casa. En lugar de ver legisladores rasgándose las vestiduras defendiendo a los paisanos que sufren los abusos de la migra, quisiera ver diputados y senadores peleando porque este país cambie y se modernice.
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