Artículos editoriales |
Fecha: 17/04/09 |
Empleo, tipo de cambio y finanzas públicas Alejandro Gómez Tamez* Muchos podemos coincidir en que el Presidente de la República es un generador natural de expectativas en torno a la evolución económica del país. Esto implica que el presidente debe procurar ser optimista para generar condiciones que favorezcan la inversión y la confianza en el país. Al parecer, eso fue lo que pretendió Felipe Calderón cuando el lunes 13 anunció que durante marzo se había frenado la caída de empleos formales en el país con la creación de casi cuatro mil plazas de trabajo.
Y es que durante el mes de marzo de este año la economía nacional creó 3 mil 630 empleos formales registrados ante el IMSS. Desde luego que este es el resultado de la suma de empleos ganados en algunos sectores de actividad en algunas entidades, menos la pérdida de otros tantos empleos en otras partes. Se debe reconocer que dicha ganancia de empleos es una buena noticia, pero de ninguna manera debe ser interpretada como que ya estamos cerca de la recuperación.
Para muchos el presidente Calderón cometió varios errores al anunciar estos datos, sobre todo por el contexto en el que los dijo. Se interpretó como si el presidente hubiera querido darnos a entender que lo peor de la crisis ya pasó y como si la recuperación estuviera a la vuelta de la esquina.
Y no, desafortunadamente este no es el caso. Tenemos que tan sólo en la semana que concluye surgieron más indicadores que confirman lo severa que es la crisis financiera y económica en nuestro país. Se nos informó por parte de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) y el Monitor Manufacturero, auspiciado por la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), que de diciembre de 2008 a la fecha, la capacidad utilizada a nivel de planta para la manufactura llegó a 77.1 por ciento.
Por su parte, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) informó que la producción de vehículos de México se desplomó un 32.4 por ciento en marzo con respecto al mismo mes de 2008. Y otro dato revelador fue que de acuerdo con el INEGI, en enero de este año, la inversión fija bruta registró una fuerte disminución de 8.5 por ciento en términos reales respecto a enero de 2008, con lo que liga tres meses con caídas a tasa anual.
Desafortunadamente, ¡estas son solamente las cifras negativas de tres días (del 13 al 15)! Es por ello que para muchos resultó hasta de mal gusto que el presidente manejara el dato de la creación de empleos formales de la manera en que lo hizo. Y es que si somos estrictos en el análisis, se debe señalar que el presidente no dijo que este freno en la pérdida de empleos se dio básicamente gracias a la creación de puestos de trabajo eventuales. En otras palabras, los 3 mil 600 trabajos creados en marzo son producto de una pérdida de 20 mil puestos de trabajo permanentes y una generación de 23 mil 600 puestos de trabajo eventuales.
Así, entre octubre de 2008 y marzo de 2009 se han perdido 594 mil 957 empleos a nivel nacional, por lo que hablar de una recuperación de 3 mil 630 empleos, es hablar de una mejoría del 0.61 por ciento de lo perdido. La pérdida de empleos en nuestro país ha sido brutal y tardaremos varios meses en recuperarlos.
Y es que además, podemos señalar que la creación de 3 mil 630 empleos en un mes, no es nada en relación al incremento que se registró este año en el presupuesto de egresos de la federación. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que este año el gobierno federal cuenta con recursos por 3 billones 45.5 mil millones de pesos, cifra que representa 352 mil millones de pesos más que en 2008, lo que implica que las políticas contracíclicas del gobierno federal no han servido para gran cosa en materia de recuperación del empleo.
Ante todo esto, se debe replantear la estrategia gubernamental y las políticas públicas relacionadas a la creación de empleos y fortalecimiento de la planta productiva nacional. En enero se anunció con bombo y platillo el “Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo”, pero lamentablemente ya estamos en abril y no vemos que éste haya rendido los frutos que prometidos (no se ha dado la ampliación del programa de empleo temporal y tampoco se ha preservado el empleo).
Ahora, pasando al asunto del tipo de cambio y las finanzas públicas, vemos que las noticias financieras en nuestro país continúan siendo positivas. En la semana la tasa de los Cetes a 28 días volvió a bajar y se ubicó en 6.06 por ciento en la subasta del martes 14; por su parte la TIIE a 28 días se ubica ya en 6.78 por ciento; mientras que el dólar ha alcanzado los $13.12 pesos en su cotización interbancaria. Por haber logrado esto, ha habido amplias felicitaciones para el Banco de México y la Secretaría de Hacienda, ya que desanimaron a los especuladores, los que al parecer han dejado al peso en paz por el momento.
Sin embargo, debemos ser realistas y reconocer que no se han resuelto los problemas de fondo de la economía nacional en términos de los desequilibrios con el exterior. Por una parte, el INEGI informó el pasado 9 de abril que con los resultados del primer bimestre del año, la balanza comercial mexicana presentó un déficit de 2 mil 50 millones de dólares, mientras que por la otra, el Banco de México sigue vendiendo $100 millones de dólares diarios de reservas para apaciguar a los demandantes de dólares.
Sobre este último punto, quiero insistir en que esto ha sido positivo para estabilizar el tipo de cambio, pero entonces también se debe reconocer que la estabilidad que vemos en el tipo de cambio en este momento es de cierta manera “artificial”. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que nos preguntemos por un momento ¿Qué pasaría con el tipo de cambio si mañana el Banxico anunciara que suspende la subasta diaria de dólares? ¿Podemos estar seguros de que el dólar se quedaría en torno a los $13.15 pesos? Lo más probable es que se iría nuevamente para arriba.
Y es que en este punto también cabe señalar que las reservas internacionales continúan cayendo, de tal manera que entre el 8 de abril llegaron a 77 mil 984 millones. Esta es una variable a la cual se le debe prestar atención para que no baje mucho más, ya que por la debilidad fiscal nacional, no sería conveniente recurrir a las líneas de crédito por $57 mil millones de dólares ofrecidas por los organismos multilaterales (FMI, BM y BID) para sostener al tipo de cambio y apoyar a las empresas.
Esto lo señalo porque si se pidieran prestados estos recursos, la deuda pública total se ubicaría en alrededor de 5.4 billones de pesos, lo cual es equivalente a 50 por ciento de nuestro Producto Interno Bruto (PIB). De acuerdo con el Informe sobre las situación de las finanzas públicas al cuarto trimestre de 2008, la deuda neta del sector público ascendió a 4 billones 333 mil 123 millones de pesos, monto que representa el 43 por ciento del PIB de México.
No fue en balde que el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) hiciera esta misma semana un exhorto al Congreso de la Unión para fortalecer las finanzas públicas del país, a través de reformas que amplíen la base tributaria ante el actual escenario de desaceleración económica, ya que como puede apreciarse la deuda pública se está convirtiendo nuevamente en un problema para la nación.
México requiere de medias tanto de corto como de largo plazo, requiere reformas estructurales que le den más competitividad y mayor solidez. Es necesario que el gabinete presidencial esté a la altura de las circunstancias y se implementen políticas para preservar el empleo y fortalecer al sector exportador para eliminar nuestros déficits crónicos con el exterior.
Director general GAEAP*
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