Artículos editoriales

Fecha: 22/05/09

¿Hacienda hacía donde nos llevas?

Alejandro Gómez Tamez*

México atraviesa una serie de fuertes problemas económicos, los cuales parecen complicarse semana a semana. En cuestión de la producción, el INEGI informó el miércoles 20 que el Producto Interno Bruto (PIB) nacional cayó 8.2 por ciento en el primer trimestre de este año. Esta es la mayor caída en este indicador desde 1995.

 

La disminución en el ritmo de actividad tiene como resultado inmediato que las empresas tengan menos ventas y menores utilidades y por lo tanto su pago de Impuesto Sobre la Renta (ISR) e Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) se reduce de manera importante. De igual manera, la menor actividad económica se traduce en mayor desempleo y por lo tanto las familias tienen menos ingresos y por lo tanto la recaudación por concepto de Impuesto al Valor Agregado (IVA) también cae de manera significativa.

 

En este sentido, la Secretarían de Hacienda y Crédito Público (SHCP) recientemente informó de la complicada situación por la que atraviesan las finanzas públicas del país. Concretamente tenemos que durante el primer trimestre de este año los ingresos públicos han caído 9.1 por ciento, mientras que por otra parte el gasto programable ha aumentado 24.6 por ciento. Esta combinación de factores se tradujo en un déficit de las finanzas públicas de 38 mil 337.1 millones de pesos en el primer trimestre de 2009, cifra que contrasta con el superávit de 101 mil millones de pesos que se observó en el mismo trimestre de 2008.

 

En la misma línea, el 19 de mayo el titular de la SHCP, Agustín Carstens, informó a  diputados y senadores de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que el gobierno federal hará uso del Fondo de Estabilización Petrolera, de los seguros de cobertura y de los excedentes operativos del Banco de México para hacer frente a “una presión del gasto en 2009 de 300 mil millones de pesos”, que representa 10 por ciento del presupuesto de este año y 1.5 por ciento del PIB.

 

Pero eso no es todo, Carstens agregó que para el año 2010 “la situación es más complicada”, dado que en dicho año el gobierno federal ya no contará con las coberturas para garantizar el precio del petróleo mexicano, por lo que “con dos o tres reformas (de carácter fiscal) podríamos enfrentar la crisis el año que entra”.

 

Todos estos datos deben bastar para darnos cuenta de la urgencia de una nueva reforma fiscal, y de hecho ya el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y el ex presidente Ernesto Zedillo se han manifestado a favor de que México realice una nueva reforma fiscal que le dé solidez a las finanzas públicas elevando efectivamente el porcentaje de recaudación fiscal en relación al monto del PIB. Y es que ahora en día los ingresos del gobierno federal mexicano respecto al tamaño de la economía ascienden a poco más del 18 por ciento del PIB, mientras que los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) tienen una recaudación fiscal que representa el 36 por ciento de su PIB.

 

Cabe señalar que el tener finanzas públicas sanas no es un mero capricho, sino que es una necesidad. México requiere de finanzas públicas en equilibrio por al menos tres razones fundamentales: En primer lugar, el gobierno federal necesita ingresos suficientes para poder hacer frente a sus compromisos de gasto social y de infraestructura; en segundo lugar, se requieren finanzas públicas sanas para evitar que la deuda pública siga creciendo de forma escandalosa, ya que eso compromete el ingreso de las futuras generaciones; en tercer lugar necesitamos un balance fiscal equilibrado para así evitar que las calificadoras de deuda internacionales (Standard & Poor´s, Moody´s y Fitch Ratings) perciban nuestra deuda como más riesgosa y nos bajen la calificación, ya que esto alejaría a los inversionistas internacionales con la consecuente alza en el tipo de cambio. 

 

En este sentido es importante también mencionar que el gobierno federal debe comprometerse a poner un freno al incremento del gasto corriente, el cual se estima que crecerá en el 2009 un 13.1 por ciento, y que ascendió en el año 2008 a un billón 637 mil millones de pesos, lo cual contrasta con un gasto capital en el mismo año de tan sólo 502 mil millones.

 

Por su parte, en materia de deuda pública se debe señalar que la deuda pública bruta ha aumentado vertiginosamente en los últimos 15 meses, al pasar de 2.6 billones de pesos en diciembre de 2007 a 3.3 billones en diciembre de 2008 y a 3.9 billones en marzo de 2009, y de representar el 17.5% del PIB en 2007 al 21.4 en 2008 y al 32.4 por ciento en marzo de este año.

 

Así, la reforma fiscal se vuelve impostergable. ¿Pero de qué debe consistir dicha reforma? Pues en primer lugar debe generarse una que tenga como principales objetivos el incrementar la base de contribuyentes y generar condiciones de mayor competitividad para las empresas nacionales.  Esto debido a que en estos momentos de fuerte contracción económica es difícil pensar que existan las  condiciones para que se eleven las tasas impositivas o para que se creen nuevos impuestos.  Y es que la solución a los problemas fiscales de México no es el cobrarle más a los que ya pagan, sino hacer que paguen los que hasta ahora gozan de protección fiscal o bien los que han sido capaces de encontrar la manera de darle la vuelta a sus compromisos fiscales.

 

México es un país en el que según cifras de Hacienda, al 31 de marzo pasado solamente había identificadas 9 millones 20 mil personas físicas y 791 mil son personas morales.  De tal manera que si asumimos que el grueso de los asalariados no paga gran cosa de impuestos (precisamente porque se les exime de este tributo por los bajos ingresos que tienen), nos damos cuenta de una gran relación de dependencia fiscal en unos cuantos contribuyentes. Podemos decir que prácticamente  solamente uno de cada 10 mexicanos paga el ISR o el IETU, situación que nunca nos va a permitir tener una recaudación suficiente para hacer frente a los grandes retos nacionales.

 

Necesitamos pues además de aumentar la base de contribuyentes, una reforma fiscal que ayude a construir un país competitivo, y en este sentido es fundamental una reforma que contemple incentivos fiscales a las empresas exportadoras. En múltiples ocasiones he mencionado como China da importantes incentivos en la forma de devolución de impuestos a sus empresas exportadoras, lo cual les ha permitido a dichas empresas tener precios más competitivos y conquistar más mercados. México debería hacer algo similar, ya que esto ayudaría a recuperar empleos, divisas y nivel de producción.

 

Es importante que el debate, que comenzará a tomar fuerza en torno a la posibilidad de una reforma fiscal para el año 2010, no se vaya a desviar o a centrar exclusivamente en el imponer el IVA a los alimentos y medicinas, ya que si eso sucede las posibilidades de reforma se disminuirán de manera importante, además de que se estaría perdiendo lo fundamental: elevar la base de contribuyentes en todos los impuestos que actualmente existen y generar las condiciones de mayor competitividad para la economía nacional.

 

Lamentablemente los diputados ya se han manifestado y no habrá ningún cambio fiscal sustantivo en lo que resta de la actual Legislatura. Será responsabilidad de los próximos diputados legislar en la materia y hacer los cambios requeridos. Es por ello que debemos ser cuidadosos al analizar lo que cada uno de los candidatos a diputado federal tiene que decir en torno al tema de la reforma fiscal.

Director general GAEAP*

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