Artículos editoriales |
Fecha: 26/06/09 |
La tormenta perfecta de México Alejandro Gómez Tamez* En estos últimos días hemos visto con una mayor frecuencia informes de diversos organismos y despachos de consultoría acerca de cuanto se estima que caerá el Producto Interno Bruto (PIB) de México este año, y las cifras no son nada halagadoras.
Por una parte tenemos al Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) que prevé que la caída de la economía en el segundo trimestre del año será de entre 10 y 11 por ciento. Para todo el año el organismo calcula una contracción de 6 por ciento del PIB, con posibilidad de que la baja sea mayor, además de una pérdida de 700 mil empleos y una tasa de desempleo de al menos 6 por ciento.
No se deben dejar de lado las proyecciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) que estiman una contracción de la actividad económica en México de 5.1 por ciento para este año. Aunque queda claro que a esta proyección nadie le hace caso y que la SHCP ha quedado muy mal parada con sus pronósticos, ya que todavía en febrero de 2008 el Secretario Agustín Carstens decía que a México le iba a dar solamente un “catarrito”.
Por su lado, el Banco Mundial ha reportado que este año el PIB de México tendrá una contracción de 5.8 por ciento, pero ha advertido que las medidas aplicadas por el brote de influenza podrían traducirse en un impacto potencial de 2.2 por ciento. Más pesimistas resultan las proyecciones de la Organización para La Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo internacional que prevé que la economía mexicana caerá un 8% en 2009, tras una “brutal” contracción a mediados de año.
De cumplirse estos augurios estaríamos viviendo en México la peor crisis económica desde 1932, lo que implica que esta caída en la producción es mayor a la registrada en 1995. Y es que nuestro país está sufriendo de sobremanera los efectos de la crisis internacional, además de padecer serios problemas internos por la falta de competitividad y de reformas estructurales. A esta combinación de factores, diversos analistas le han llamado “una tormenta perfecta”.
La manera en que la economía mexicana se ha contaminado de la crisis financiera internacional, precisamente no fue a través de los mercados financieros, sino por el desplome en las exportaciones nacionales, que a su vez ha repercutido muy negativamente en el sector manufacturero, especialmente en los fabricantes de equipo de transporte; maquinaria y equipo; y equipo de computación, comunicación y medición.
En el periodo de enero a mayo de este año las exportaciones de México muestran una caída de 25.1 por ciento respecto a los mismos meses del año anterior. Concretamente esto es producto de un desplome de las exportaciones hacía los Estados Unidos de un 25 por ciento y una caída de las exportaciones al resto del mundo de 25.5 por ciento. Así pues, esta fuerte caída de las ventas al exterior (aunado a otros elementos como la influenza) ha provocado que la producción manufacturera se derrumbara de una forma nunca antes vista en el mes de abril al caer 18 por ciento anual.
En un país desarrollado con un grado mayor de madurez política esto sería motivo de que las diversas fuerzas políticas se pusieran de acuerdo para implementar medidas que ayuden a afrontar la crisis económica y la pérdida de empleos. Pero en México las cosas no funcionan así, y al ser año electoral, algunos partidos políticos se han rehusado a sacar adelante las reformas estructurales indispensables, tales como la “administrativa estratégica”, la energética (una de verdad) y la laboral (por mencionar algunas). Algunos partidos no han querido aprobarlas porque le apuestan al fracaso del presidente Felipe Calderón para obtener mayores simpatías electorales, mientras que otros partidos las rechazan porque no responden a sus intereses políticos del momento.
Las personas que no ven por el bien de la nación son miopes y ajenas a la realidad del país. Pareciera que no ven como México ha descendido fuerte en competitividad y que no se enteran de que de acuerdo al reporte de Competitividad México 2009 elaborado por el Foro Económico Mundial, nuestro país está en el lugar 69 de 134 países en materia de competitividad. Esto es una vergüenza y el problema es que la clase política no hace gran cosa al respecto.
Lo peor de todo esto es que si cuando estamos transitando por un año en el que el PIB caerá aproximadamente un 8 por ciento no se hacen las cosas que México requiere para atraer inversión y ser competitivo, pues el año entrante cuando tengamos un magro crecimiento de un 2 por ciento (en el mejor de los casos), pues menos se van a realizar estos cambios. Muchos políticos mexicanos con sus omisiones y falta de políticas le han dado la espalda al pueblo de México, a miles de trabajadores desempleados y a una enorme cantidad de empresarios que han tenido que cerrar sus puertas.
El gobierno federal también tiene mucho que mejorar para que México avance, sobre todo en temas de ataque a la corrupción, una mejor ejecución del gasto público que privilegie las obras de infraestructura, lucha contra la delincuencia, entre otros factores. Sin embargo, dentro de todo lo negativo, es motivo de un gran gusto que el presidente Felipe Calderón haya implementando una medida para que México avance en competitividad. Dicha medida consistió en el reciente anuncio de que el gobierno federal disminuirá de 16 a 3 el número de trámites para abrir una empresa, además de que se reducirá la duración de dichos trámites de 30 días a dos horas.
Un último punto que vale la pena mencionar y que está relacionado con las finanzas públicas es el asunto de una reforma “hacendaria estratégica”, la cual es urgente para la nación. Y es que la política correcta para cualquier país de vanguardia debería estar enfocada a lograr que el gobierno sea más eficiente y menos costoso para el pueblo, en lugar de proponer la salida aparentemente fácil de buscar reformas que se concentren en incrementar los ingresos fiscales haciendo que los que ya pagamos impuestos paguemos más. Lo que México requiere es un gobierno que siente las bases para las empresas y las personas sean competitivas mundialmente con una carga fiscal que les permita crecer.
Si los políticos mexicanos tuvieran claramente definido como objetivo estratégico esto y obraran en consecuencia (en todos los órdenes de gobierno), la fortaleza y calificación nacional mejorarían significativamente pues hay que recordar que “rico es quien necesita menos de lo que tiene”, no el que tenga mucho, si aun este mucho, no le alcanza para su nivel de gasto.
México tiene todo para ser un país de vanguardia y en lugar de hacerle caso a las voces interesadas en cobrar su dinero de cualquier forma, con una “reforma fiscal” mas recaudatoria (misma que por si sola se vería rebasada de nuevo y en unos años volvería a ser necesaria otra mas pesada para el pueblo); trabajemos para que México logre una “Reforma Administrativa Estratégica” que permita disminuir el gasto corriente, reducir burocracia, simplificar procesos, dando mayor valor agregado en los servicios que regresa al pueblo.
Entonces nuestro país, a mediano y largo plazo podría tener un superávit fiscal, un gobierno eficiente y eficaz, un pueblo contento aligerado de la pesada carga fiscal gubernamental.
Hay que recordar que la mejor calificación crediticia la obtienen los que menos necesitan que les presten, no los que se comprometen con soluciones de corto plazo a tener mayores ingresos para poder pagar un crédito, sacrificando el bienestar de mediano y largo plazo
México está en una encrucijada y los próximos legisladores serán protagonistas del rumbo que toma México. Gobierno Federal, Diputados y Senadores tienen una gran responsabilidad para sacar a México de ese lugar 69 en el que nos encontramos en competitividad. A nivel mundial muchas naciones avanzan y nos ganan mercados, nosotros nos estamos aislando del proceso globalizador en la medida en que no somos capaces de ofrecer lo que otras naciones si brindan.
Director General GAEAP*
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