Artículos editoriales

Fecha: 24/07/09

La competitividad de China y México

Alejandro Gómez Tamez*

 

El pasado 17 de julio el secretario de Comercio de Estados Unidos, Gary Locke, hizo un nuevo llamado a China para que esta nación flexibilice la cotización de su moneda, el yuan, y deje de mantenerla devaluada artificialmente para beneficiar sus exportaciones. Y es que desde hace muchos años China ha seguido una política de fomento industrial apoyada en un yuan barato (subvaluado), que le permite inundar los mercados mundiales con sus productos.

 

Si bien es cierto que China ha realizado ajustes en su paridad (ha apreciado su moneda), ante los ojos de muchos, estos han resultado insuficientes. Tenemos que al mes de junio de 2005, China había mantenido un tipo de cambio en 8.28 yuanes por dólar y ya para el mes de abril de este año, la paridad ya se encontraba en 6.83 yuanes por dólar. Es decir, en un periodo casi cuatro años el dólar se depreció frente al yuan un 17.71 por ciento. Esto sin duda merma la competitividad de productos chinos en los mercados mundiales al volverlos más caros, pero al revisar las cifras de la evolución de las exportaciones chinas en la última década, queda claro que su competitividad sigue siendo vigorosa porque aunque su moneda se haya vuelto más cara, ellos han aumentado su competitividad siendo más eficientes en sus procesos productivos.

 

El caso chino es muy interesante porque es una nación que mantiene grandes superávits comerciales (exporta más de lo que importa) con las principales economías mundiales, y posteriormente estas grandes sumas de recursos en lugar de mantenerlas dentro de su territorio, las invierte en bonos gubernamentales principalmente de los Estados Unidos. Así pues, tenemos que China tiene unos $2.13 billones de dólares en reservas internacionales y éstas están en su mayoría invertidas en Bonos del Tesoro de los Estados Unidos.

 

Es un “negocio” para las dos partes: por un lado Estados Unidos compra productos chinos a crédito (financiándose con los depósitos de los chinos en EE.UU.), mientras que los chinos han encontrado un gran mercado para vender sus productos que son los Estados Unidos (a quienes para todos fines prácticos es como si les vendieran a crédito al tener depositadas sus reservas internacionales en bancos americanos y títulos gubernamentales estadounidenses).

 

Sin embargo, hay que reconocer que como están las cosas en este momento, China tiene el potencial para dar vida o quebrar al dólar estadounidense. Varios analistas señalan que es probable que China comience a deshacerse de sus activos en dólares, y que se diversifique lo más posible en sus inversiones antes de que el dólar tenga un fuerte debilitamiento. Y es que para muchos, las políticas monetarias y fiscales que han seguido los Estados Unidos son una receta para un desastre seguro. Nuestro vecino del Norte ha tenido una política monetaria muy expansiva y ha inundado los mercados internacionales con dólares que eventualmente causarán inflación y que el dólar pierda valor. Y en cuanto a la política fiscal, los EE.UU. han expandido tanto su déficit fiscal (y este lo financian con simple impresión de dinero fresco), que de igual manera esto contribuirá a una eventual caída del dólar.

 

Así pues, es por esta razón que China ha manifestado preocupación por la política económica estadounidense, pero al mismo tiempo los EE.UU. le piden a China que revalúe su moneda para que así esta nación sea manos competitiva, sus superávits comerciales sean más bajos y el desequilibrio existente poco a poco vaya siendo menor. Ese es el juego de estas dos grandes potencias mundiales.  

 

Por su parte, en México parece que no entendemos la trascendencia de tener un tipo de cambio sobrevaluado o subvaluado. En la actualidad, al tener una paridad peso-dólar en niveles de $13.2384 por unidad, estamos registrando una subvaluación de nuestra moneda de aproximadamente un 6 por ciento (esto se compara favorablemente con una sobrevaluación de un 16.8 por ciento que tuvimos en julio de 2008). Sin embargo, ante esta nueva “competitividad” que tenemos en el tipo de cambio, pareciera que las autoridades federales están dormidas y no han lanzado un programa de apoyo decidido para el sector exportador mexicano aprovechando la coyuntura.

 

China ha sabido explotar perfectamente un tipo de cambio en el que el yuan está fuertemente subvaluado para inundar al mundo de productos chinos. Además de que tienen una política industrial con visión de largo plazo, aprovechan su ventaja en mano de obra barata, desarrollan constantemente su infraestructura, tienen un régimen fiscal promotor de exportaciones e inversiones, entre otros.

 

En México tenemos un tipo de cambio en el que el peso está subvaluado, tenemos una mano de obra que es productiva y barata (de acuerdo a estándares internacionales), pero esto no nos es suficiente para ser competitivos en nuestras exportaciones. Y la razón de todo esto es que no tenemos una economía competitiva en el aspecto fiscal, tenemos una infraestructura física insuficiente y deteriorada, tenemos una Ley Federal del Trabajo que no se adapta a la nueva realidad de competencia internacional, hay empresas dominantes en varios mercados que impiden la entrada de nuevos competidores, tenemos prohibiciones constitucionales que impiden que la iniciativa privada participe en sectores estratégicos para el desarrollo nacional (tales como el energético), carecemos de una política industrial con visión de largo plazo que tenga como principal objetivo el hacer que crezca la planta productiva nacional de manera sostenida.

 

México ha caído cada vez más en materia de competitividad, y es por eso que ni con un tipo de cambio en el que el peso está subvaluado podemos siquiera comenzar a desplazar de nuestro mercado interno a la excesiva cantidad de productos importados que son producidos nacionalmente. 

 

Es por ello que la prioridad para el nuevo Congreso de la Unión, el Gobierno Federal, los Gobiernos Estatales y los Gobiernos Municipales debe el aumento de la competitividad. Haciendo las grandes obras de infraestructura que se requieren, destinando menos recursos para el gasto corriente y más para la obra pública, desregulando la actividad económica para hacer más sencilla la apertura de un nuevo negocio, rompiendo con los monopolios y oligopolios solapados por el gobierno, realizando las verdaderas reformas estructurales que el país requiere (fiscal, laboral, energética, administrativa, etc.). Solamente llevando a cabo estas acciones México podrá aspirar realmente a un incremento en el nivel de vida de sus habitantes como el que han tenido naciones como los Tigres Asiáticos.  Esperemos que por el bien de la razón la clase política y empresarial logren los acuerdos que transformen nuestra nación.

 

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