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Fecha: 25/10/12

Competitividad China: Subsidios

Alejandro Gómez Tamez*

 

Cuando la competitividad de un país se logra en buena medida a través de pagar salarios muy bajos, otorgar subsidios a la importación, subsidiar el acceso al crédito, tener una moneda artificialmente subvaluada, faltarle al respecto a la normatividad ambiental y laboral, entre muchos otros factores, entonces debemos señalar que existe una situación de competencia desleal; y ante dicha situación lo más lógico sería que los gobiernos de las otras naciones cuiden sus empresas en contra de las importaciones provenientes de los países que recurren a dichas prácticas..

 

En la anterior entrega señalábamos que parece demasiado tarde para que la actual Administración Federal comience a tomar medidas para remediar el severo y creciente desequilibrio comercial que tenemos con  China, ya que a lo largo de todo el sexenio se ha permitido la entrada indiscriminada de  toda clase de productos chinos para consumo final a costa de la generación de empleos en nuestro país.

 

El pretexto ha sido que esta importación beneficiará a los consumidores, pero de nada sirven los productos más baratos cuando esto se da a costa de la pérdida de empleos y la disminución de los salarios reales en nuestro país.

 

Para ilustrar los desequilibrios comerciales podemos mencionar que en los primeros ocho meses de 2012 hemos exportado a China mercancías con un valor de sólo 3,684.8 millones de dólares (mdd), pero importamos de dicha nación bienes por 32,749.5 mdd, lo que ocasionó que en dicho periodo tuviéramos un déficit de -32,749.5 mdd. Y si esta cifra no parece lo suficientemente preocupante debemos señalar que en el 2011 nuestras exportaciones a China sumaron apenas 5,964.2 mdd mientras que las importaciones fueron de 52,248.0 mdd, lo que provocó un déficit en el intercambio comercial de -46,283.7 mdd. Y lo peor es que estas cifras se han repetido  año tras año durante la presente administración federal, generando el déficit comercial acumulado más alto que nuestro país haya tenido con alguna nación en su historia.

 

La realidad es que nuestras autoridades han sido muy poco proactivas para ponerle un freno a China y sus prácticas comerciales, no obstante las múltiples acusaciones que se han hecho en contra de dicha nación asiática por incurrir a las prácticas señaladas en el párrafo introductorio de este artículo editorial,  entre muchos más elementos.

 

Es por todo esto que llama mucho la atención que por fin a escasos días de que concluya el actual gobierno federal, veamos que el pasado 18 de octubre, la Organización Mundial del Comercio (OMC) publicó la comunicación que dirigió la delegación de México a la delegación de China y al Presidente del Órgano de Solución de Diferencias, en el marco de la solicitud de consultas porque China “parece mantener una amplia variedad de medidas que apoyan a los productores y exportadores de prendas de vestir y productos textiles, tanto directa como indirectamente.” 

 

De acuerdo al documento publicado, esas medidas parecen mantener tanto subvenciones prohibidas como subvenciones recurribles que son incompatibles con las obligaciones que corresponden a China en virtud del Acuerdo SMC, el GATT de 1994, el Acuerdo sobre la Agricultura y el Protocolo de Adhesión de China.

 

De ninguna manera sería posible realizar una disertación jurídica de lo que México ha dicho al fin en contra de China, pero si podemos señalar que en resumen nuestro país acusa a dicha nación de lo siguiente:

 

1. Existen 9 diferentes tipos de subvenciones, que abarcan: financiamiento, devolución de dinero, exenciones de  impuestos y pagos, venta de insumos a precios bajos.

 

2. Algunos subsidios parecen ser específicos para la cadena hilo-tela-prenda, pero hay otros que podrían ser generales.

 

Es importante mencionar que este avance en lo que México está haciendo en contra de China (llamarlo a consultas) no ha sido totalmente a iniciativa del gobierno mexicano, sino que es producto de un intenso trabajo por parte de las Cámaras de Textil y del Vestido, las cuales han tenido que erogar fuertes cantidades de recursos para obtener la información que les permita convencer al gobierno mexicano de que por fin haga algo para defender a la industria manufacturera nacional, en específico a la suya.

 

Pero aquí lo valioso es que ya se comenzó a hacer algo para finalmente salvaguardar a uno de los sectores manufactureros tradicionales de nuestro país en contra de las prácticas predatorias emprendidas por China, nación que recurre a las prácticas desleales de comercio internacional porque tiene una enorme presión por darle trabajo a millones de personas que aun no tienen uno.

 

Es importante también aclarar que esta gran presión social en China por la creación de empleos es enormemente resentida por los gobiernos provinciales chinos, y precisamente son ellos quienes son más propensos a dar estos subsidios injustos en favor de sus empresas aunque su gobierno central se los prohíba por ser contrarios a la OMC.   

 

Así pues, lamentamos que el gobierno federal actual actúa tarde y no verá el resultado de lo que inició al llamar a China a consultas, pero sin duda hay que aplaudir que finalmente dieron entrada a una queja importante de la industria nacional.

 

Es por todo lo anteriormente señalado que existe cierto malestar de parte de ciertos grupos empresariales que consideran que el gobierno erró su política industrial (si es que hubo alguna) al haber considerado que la importación desbordada de toda clase de productos chinos sería benéfica para la economía nacional. No cabe duda de que los grandes desequilibrios comerciales con China han sido nocivos para nuestro país, ya que esto provocó el cierre de empresas nacionales y los mexicanos no podemos decir que estamos ahora mejor trayendo millones de piezas de productos chinos.

 

El gobierno mexicano jamás entendió que el comercio internacional debe generar una eficientización de la planta productiva nacional, pero sobre todo, debe ocasionar una complementación en la actividad económica. Y en la perspectiva del gobierno que se va, el objetivo sólo fue querer traer productos baratos para el mercado doméstico sin importar el daño ocasionado en el empleo generado por la planta productiva nacional.

 

Esto no hubiese sido tan nocivo si la apertura comercial de México hubiese venido aparejada de una reforma laboral, una reforma energética, una reforma hacendaria, una apertura a los sectores “protegidos” por el gobierno federal tales como el bancario, telecomunicaciones, transportes y muchos tantos más que inciden en la productividad de las empresas.

 

Ante todo esto el pueblo de México ya se ha pronunciado, esperemos que los que llegan entiendan el mensaje, ya que no basta con raer productos baratos, cuando lo más importante es elevar el nivel de vida de las personas a través de más y mejores empleos.

 

Director General GAEAP* 

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