Artículos editoriales

Fecha: 4/12/09

El relevo en el Banxico

Alejandro Gómez Tamez*

A escasas cuatro semanas de que termine legalmente el segundo periodo de Guillermo Ortiz Martínez al frente del Banco de México (Banxico), aun no hay claridad sobre si él será ratificado para un tercer periodo o si habrá algún relevo.  Cabe señalar que la cuenta regresiva para esta importante decisión se está agotando, ya que el nombramiento del Gobernador del Banxico debe ser avalado por los Senadores, y el actual periodo ordinario de sesiones termina el 15 de diciembre.

Así pues, ante esta coyuntura valdría la pena hacer un recuento de la forma en que el Banxico operó a lo largo de 2008, y la forma en que afrontó la actual crisis financiera internacional, la cual golpeó a México mucho más fuerte que a cualquier otra nación latinoamericana.

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Para comenzar, podemos señalar que en Abril de 2008, cuando el dólar estaba en niveles de $10.60 pesos, el Banxico negaba que el peso mexicano estuviera sobrevaluado respecto al dólar, no obstante el creciente déficit de la balanza comercial y las reiteradas quejas por parte del sector empresarial de que teníamos un tipo de cambio poco competitivo. En aquel entonces,  el Subgobernador del Banxico, Everardo Elizondo Almaguer  repetía a lo largo y ancho del país que el peso no estaba sobrevaluado y que el instituto central no intervenía en el mercado cambiario. Sin embargo, cualquiera podía argumentar que el Banxico si intervenía en el mercado cambiario manteniendo deliberadamente altas las tasas de interés (cuando el resto del mundo ya comenzaba a bajarlas).

En ese mismo mes de abril señalamos en un editorial titulado “Banxico y el enemigo en casa” que el nivel de sobrevaluación del peso mexicano frente al dólar era de aproximadamente un 13 por ciento, lo que significaba que  en teoría el dólar debería costar $12.10 pesos si el precio del dólar hubiese aumentado en la misma proporción que el resto de los bienes en la economía (tomando en cuenta un ajuste en función de la tasa de inflación en los Estados Unidos) desde 1997.

Así, el 22 de junio, en un artículo publicado en El Financiero en Línea titulado “Aumentar intereses es provocar inflación”, advertimos que “…es importante señalar que diversos analistas nacionales consideran que en el transcurso del este año el Banco de México aumentará nuevamente las tasas de interés (el pasado viernes 20 de este mes ya las aumentó un 0.25 por ciento); pero lo peor es que al parecer esta decisión estaría sustentada, al menos en parte, en un acto de rebeldía del Banxico por la sugerencia que recientemente lanzó el presidente Felipe calderón al Banxico en el sentido de que el banco central debe bajar sus tasas de interés. Esta actitud del Banxico es simplemente reprobable”. ¿Acaso ya se nos había olvidó ese diferendo entre el presidente Calderón y Guillermo Ortiz? ¡Calderón pidió que se bajaran los intereses y el Banxico los aumentó! Y no se nos olvide el contexto internacional de todo esto: el Banxico seguía aumentando tasas de  interés cuando el resto del mundo las bajaba.

¿Y que provocó esta medida de contracción monetaria por parte del Banxico? Pues que el peso se fortaleciera de tal manera que vivimos los meses de una ilusión llamada: “super peso” el cual implicó un tipo de cambio por debajo de los $10 pesos por dólar.  Evidentemente el Banxico mandó la señal equivocada a los mercados y muchas empresas se endeudaron en dólares pensando que tendríamos una moneda fuerte permanentemente (cuando la realidad es que la fortaleza de la moneda nacional se debía a la política monetaria restrictiva del Banxico).

Así, el 29 de junio publicamos otro artículo en El Financiero en Línea titulado: “El mejor negocio: comprar dólares”, y en él advertimos de la depreciación del peso que estaba por venir: “…Es lamentable tener que escribir sobre la conveniencia de comprar dólares, en lugar de invertir en pesos, pero esta es una triste realidad motivada por la actuación del Banco de México, que a través de una política monetaria restrictiva provoca el alza en las tasas de interés, la entrada masiva de dólares al país y como consecuencia el abaratamiento artificial de la paridad peso-dólar. De ninguna manera se trata de convertirnos en “saca dólares” como los del inicio de la década de los ochentas, sino simplemente focalizar donde se encuentran las mejores perspectivas de ganancias financieras. Todos tenemos derecho a comprar aquellos bienes que nos convenga y que mejor aquellos que se venden barato y son de utilidad, como es el caso del dólar actualmente…”

Todos sabemos que en octubre se le cayó el teatro al Banxico, una vez que cayó Lehman Brothers y el mundo comenzó a darse cuenta del tamaño del problema financiero ocasionado por las hipotecas subprime.  El dólar rápidamente se fue a niveles por encima de los $13 pesos, e inclusive vimos dólares en $15.48 pesos. Esto le ocasionó graves problemas financieros a las empresas que apostaron a que el peso seguiría fuerte y varias de ellas inclusive quebraron. No cabe la menor duda de que esta ilusión del “super peso” fue creada por el Banxico a través de una política monetaria restrictiva, mientras que el resto del mundo seguía bajando las tasas de interés.

Evidentemente el Banxico reaccionó tarde. En otro editorial publicado por El Financiero en Línea el 31 de octubre de 2008 y titulado “Ahora el Banxico toma las decisiones correctas”, dimos cuenta de lo tardía que fue la respuesta del instituto central y de la propia Secretaría de Hacienda. En aquel entonces señalamos: “…Hacienda y el Banxico anunciaron el martes 28 de octubre 6 medidas para mejorar la liquidez, reducir la volatilidad e ir eliminando la incertidumbre en los mercados financieros nacionales. Se supone que con estas medidas las tasas de interés se estabilizaran en niveles más razonables y que eventualmente puedan disminuir; y es que en la actualidad los Cetes a 28 días están pagando una tasa anualizada de 7.22 por ciento, mientras que el bono mexicano a plazo de 10 años paga un rendimiento anualizado de 9.13 por ciento (hasta hace unos días estaba pagando arriba del 10 por ciento), lo cual no es lógico para un país que se espera pueda ir disminuyendo sus tasas de inflación…”

Esto deja en claro que fue hasta que estalló la crisis internacional que el Banxico se dio cuenta de lo que estaba pasando y comenzó a inyectar liquidez al mercado. Pero aquí lo que debemos señalar es que no es posible que con toda la información con la que cuenta dicho instituto no se hayan dado percatado de lo que otros si vimos con mucha antelación.

El 23 de enero de 2009 publicamos otro editorial en El Financiero en Línea titulado “Acertado haber bajado tasas de interés”, y en él de nueva cuenta señalamos lo tardía de la respuesta del Banxico. Concretamente mencionamos: “La decisión que el Banxico tomó el pasado viernes 17 de enero fue acertada: reducir su tasa de interés referencial de 8.25 por ciento a 7.75 por ciento, ya que con ésta decisión se da un respiro a la economía nacional que estimulará el crecimiento económico (o en todo caso hará que la recesión sea un poco menos fuerte en nuestro país).”  ¡Esto es, fue hasta enero de este año que el Banxico reaccionó modificando su política monetaria para que bajaran las tasas de interés! Evidentemente el instituto central es corresponsable de la gravedad de la crisis financiera en México, ya que su política monetaria no ayudó como si lo hizo la política de los bancos centrales de otras naciones.

El resto de esta historia ya la conocemos: el Banxico siguió bajando sus tasas de interés a lo largo de 2009 hasta un nivel de 4.5 por ciento. ¿Pero porque tardó tanto en reaccionar? ¿Por qué contribuyó a la creación de una ilusión llamada “Super peso”?, ¿Por qué no hizo lo mismo que otros bancos centrales?

Así pues, hay que mantener este tipo de hechos frescos en la memoria antes de que se tome la decisión de si Guillermo Ortiz debe continuar o no al frente del Banxico. Al final de cuentas la decisión es de los Senadores. Ojala que la decisión que tomen sea en beneficio de México.

 

Director General GAEAP*

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