CENTRO DE INFORMACIÓN Y ESTUDIOS ECONÓMICOS

COLECCIÓN DE APUNTES DE ECONOMÍA Y FINANZAS

 

HISTORIA DEL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL

L.E. y M.D. Alejandro Gómez Tamez

No. 5, Abril de 2008

 

 

Un país puede usar políticas monetarias, fiscales y de tipo de cambio para modificar los niveles de empleo y producción dentro de sus fronteras. Aunque el análisis supone que las condiciones macroeconómicas en el resto del mundo no se vean alteradas por las acciones del país que estudiábamos, este supuesto no es un supuesto realista: cualquier variación en el tipo de cambio real de un país implica, automáticamente, una variación de sentido opuesto en los tipos de cambio reales de los otros países, y cualquier cambio en el gasto interno total de un país es probable que altere su demanda de productos exteriores (sus importaciones). A menos que el país sea de tamaño insignificante, los acontecimientos dentro de sus fronteras afectan a las condiciones macroeconómicas en el exterior y, por ello, complican la tarea de los gestores de la política económica de los otros países.  Esto implica que las decisiones de política económica de los Estados Unidos sin duda afectan lo que sucede en México, y en consecuencia nuestro país debe actuar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En una economía abierta, la política macroeconómica tiene dos objetivos básicos, el equilibrio interno (pleno empleo y estabilidad de precios) y el equilibrio externo (evitar excesivos desequilibrios en la balanza de pagos internacionales).

 

Debido a que un país no puede alterar su situación de pagos internacionales, sin causar automáticamente un cambio de igual magnitud y sentido contrario en la situación de los pagos del resto del mundo, la persecución de los objetivos macroeconómicos por parte de un país influye, inevitablemente, en como los otros países alcanzan los suyos.  Esto es, el superávit de un país se convierte en el déficit de otro. Así, el objetivo del equilibrio externo ofrece, por ello, una clara ilustración de cómo las medidas de política económica tomadas en el exterior pueden cambiar la situación de un país respecto de la deseada por su gobierno.

                

Los objetivos de la política macroeconómica en una economía abierta

En las economías abiertas los gestores de la política económica están motivados por los objetivos de equilibrio interno y externo.  Definido de modo sencillo, el equilibrio interno requiere el pleno empleo de los recursos de un país y la estabilidad interna de los precios.  El equilibrio externo se obtiene cuando el déficit por cuenta corriente de un país no es ni tan elevado que éste no sea capaz de hacer frente a sus deudas exteriores futuras, ni su superávit sea tan abultado que coloque a los extranjeros en una situación complicada.

 

En la práctica, ninguna de estas dos definiciones recoge el abanico completo de cuestiones que afectan a las políticas económicas.  Al mismo tiempo que se desea el pleno empleo con estabilidad de precios, también puede existir un objetivo interno especifico sobre la distribución del ingreso. Dependiendo de los acuerdos establecidos sobre tipos de cambios, las autoridades económicas pueden estar preocupadas por alteraciones en otras cuentas de la balanza de pagos distintas de las de la cuenta corriente.  Para complicar aun más las cosas, la línea divisoria  entre los objetivos internos y externos puede ser borrosa y confusa.

 

¿Cómo debería clasificarse un objetivo de empleo para las industrias de exportación, por ejemplo, cuando el crecimiento de las exportaciones influye en la capacidad global de la economía para pagar su deuda externa?

 

Las sencillas definiciones de equilibrio interno y externo dadas anteriormente resumen, sin embargo, los objetivos que comparten la mayoría de las autoridades económicas con independencia de su entorno económico concreto.

 

El equilibrio interno: el pleno empleo y la estabilidad del nivel de precios

Cuando los recursos productivos de un país están plenamente empleados y su nivel de precios se encuentra estable, decimos que el país se encuentra en equilibrio interno.  El despilfarro y el desaprovechamiento de los recursos, que se produce cuando estos no están plenamente utilizados es evidente. Sin embargo, si la economía de un país esta “sobrecalentada” y los recursos están sobreempleados, también tiene lugar una mala utilización pero de diferente tipo (aunque probablemente menos nociva). Los trabajadores que hacen horas extraordinarias, por ejemplo, podrían preferir trabajar menos y tener mayor tiempo para disfrutar del  ocio, pero sus contratos les exigen trabajar más durante las épocas de demanda elevada. Las maquinas que están trabajando más intensamente tendrán que sufrir averías frecuentes y a depreciarse mas rápidamente.

 

El equilibrio externo: el nivel óptimo de la balanza por cuenta corriente

La noción de equilibrio externo es más difícil de definir que la del interno, porque no hay elementos de referencia como son el “pleno empleo” o la “estabilidad de los precios” para aplicar a las transacciones externas de una economía.  Que el comercio de una economía con el exterior cree problemas macroeconómicos depende de varios factores, entre los que se incluyen las circunstancias propias de esa economía, las del resto del mundo y los acuerdos institucionales que gobiernan las relaciones con los otros países.  Un país que esté comprometido a mantener fijo su tipo de cambio frente a las monedas extranjeras, por ejemplo, puede muy bien adoptar una definición de equilibrio externo diferente de la de aquellos que tengan tipos de cambio flotantes.

 

Los textos de economía internacional identifican a menudo el equilibrio externo con el equilibrio de la balanza por cuenta corriente.  Aunque esta definición es apropiada en ciertas circunstancias, no es adecuada como regla general. Y es que se debe tomar en consideración que un país con déficit por cuenta corriente esta tomando prestados recursos del resto del mundo, que tendrá que devolver en el futuro.  Esta situación no es necesariamente indeseable. Por ejemplo, las oportunidades de inversión dentro del país para los préstamos tomados del exterior pueden resultar más atractivas que las existentes fuera de él.  En este caso, la devolución de los préstamos al exterior no representa ningún problema, porque una inversión rentable puede generar los recursos suficientes como para cubrir el pago de los intereses y del principal. De modo similar, un superávit por cuenta corriente puede no suponer ningún problema, si el ahorro interno se puede invertir de modo más rentable en el exterior que en el propio país.

 

La política macroeconómica internacional bajo el patrón-oro, 1870-1914

De acuerdo con Paul Krugman y Maurice Obstfeld, el periodo del patrón-oro entre 1870 y 1914 se basó en ideas muy diferentes sobre la política macroeconómica internacional, si lo comparamos con aquellas que han formado la base de los acuerdos monetarios internacionales en la segunda mitad del siglo XX.  Con todo, el periodo merece atención a causa de que las tentativas subsiguientes de reformar el sistema monetario internacional, sobre la base de los tipos de cambio fijos, pueden considerarse como el intento de construir sobre la fortaleza del patrón-oro evitando sus debilidades.  Esta sección analiza como funcionó en la práctica el patrón-oro antes de la Primera Guerra Mundial, y como podían los países conseguir sus objetivos de equilibrio interno y externo con este sistema.

 

Los orígenes del patrón-oro.

El patrón-oro tuvo su origen en el uso de las monedas de oro como medio de cambio, unidad de cuenta y deposito de valor. A pesar de que el oro había sido usado para estos propósitos desde tiempos antiguos, el patrón-oro, como institución legal, tiene su origen en 1819, cuando el Parlamento Británico aprobó la Resumption Act. Esta ley derivaba su nombre de la exigencia de que el Banco de Inglaterra reanudara su practica interrumpida cuatro años después del estallido de las guerras napoleónicas (1793-1815) de cambiar papel moneda por oro a un tipo fijo. La Resumption Act fue el primer paso hacia un verdadero patrón-oro porque, simultáneamente, abolía las restricciones que se habían mantenido durante largo tiempo sobre la exportación de monedas de oro y lingotes desde la Gran Bretaña.

 

Más entrado el siglo XIX, Alemania, Japón y otros países también adoptaron el patrón-oro. En este momento, la Gran Bretaña era el líder económico en el mundo, y los otros países tenían la esperanza de conseguir un éxito económico similar imitando las instituciones británicas. Los Estados Unidos se unieron efectivamente al patrón-oro en 1879 cuando fijo al oro los “billetes de banco” (“Greenbacks”) emitidos durante la guerra civil. La ley del patrón-oro de los Estados Unidos de 1900 institucionalizó los vínculos entre el dólar y el oro.  Debido a la supremacía británica en el comercio internacional y al avanzado desarrollo de sus instituciones financieras, Londres se convirtió, naturalmente, en el centro del sistema financiero internacional del patrón-oro.

                

El equilibrio externo bajo el patrón-oro

Con el patrón-oro  la primera responsabilidad de un banco central era preservar la paridad oficial entre su moneda y el oro; para mantenerse esta paridad, el banco central necesitaba un stock adecuado de reservas de oro. Consecuentemente, los administradores de la política económica veían el equilibrio externo no en términos de un determinado objetivo en su cuenta corriente, sino como una situación en la que el banco central no ganara ni (lo que es mas importante) perdiera oro a una tasa demasiado rápida.

 

En la terminología moderna, los bancos centrales intentaban evitar las bruscas fluctuaciones en la balanza de pagos (o en la balanza de operaciones oficiales), esto es, la suma de la balanza por cuenta corriente mas los componentes de la balanza por cuenta de capital que no son reservas.  Dado que las reservas internacionales en este periodo tomaban la forma de oro, los superávit o los déficit en las balanzas de pagos tenían que ser financiados mediante el envió de oro entre los  bancos centrales, así que, para evitar grandes movimientos de oro, los bancos centrales adoptaban políticas que aumentaran los componentes del superávit (o del déficit) de la cuanta de capital que no fueran reservas en línea con el déficit (o superávit) de la cuenta corriente. Un país se encuentra en una situación de equilibrio en su balanza de pagos, cuando la suma del saldo de su cuenta corriente más el saldo de su cuenta de capital es igual a cero, de manera que la balanza por cuenta corriente se financie enteramente mediante prestamos internacionales sin movimiento de reservas.

 

Muchos países tomaron una actitud de laissez-faire respecto de la cuenta corriente. Los superávit de la cuenta corriente de Gran Bretaña entre 1870 y  la primera guerra mundial fueron, en promedio, de un 5.2 por ciento de su PNB, cifra considerablemente alta comparada con la de los años posteriores a 1945. (Hoy en día un coeficiente entre cuenta corriente y PNB de la mitad se considera alto). Algunos países prestatarios, sin embargo, experimentaron dificultades en un momento u otro para pagar sus deudas internacionales.  Quizás, debido a que Gran Bretaña era el líder mundial en la exportación de la teoría económica convencional, además de la exportación de capitales durante estos años, la literatura  económica del periodo del patrón-oro puso menos énfasis en los problemas del ajuste de la cuenta corriente.

 

El mecanismo del ajuste “flujo de especie-precio”

El patrón-oro contiene algunos poderosos mecanismos automáticos, que contribuyen a conseguir de manera simultanea el equilibrio de la balanza de pagos en todos los países.  El más importante de estos, el mecanismo del ajuste “flujo de especie-precio” fue descubierto en el siglo XVIII (cuando a los metales preciosos se les llamaba “especie”). David Hume, el filosofó escocés, describió en 1752 este mecanismo como sigue:

 

“Suponga que las cuatro quintas partes de todo el dinero de la Gran Bretaña se destruyeran de la noche a la mañana y que la nación viera reducida de la misma manera sus monedas de oro y plata, como en los reinos de los Harry y los Edward, ¿Cuál sería la consecuencia? ¿No deberían disminuir proporcionalmente los precios del trabajo y de todos los bienes y venderse todo mas barato, como en aquellos tiempos? ¿Qué nación podría competir con nosotros en los mercados extranjeros, o vender productos a los mismos precios que a nosotros nos darían un beneficio suficiente? ¿Cuánto tiempo necesitaríamos para recuperar el dinero perdido y subir a los niveles de las naciones vecinas? Una vez que hubiéramos llegado, perderíamos inmediatamente las ventajas de una mano de obra y de unos precios mas bajos, y el flujo de entrada de dinero cesaría a causa de nuestra abundancia y saciedad.

 

De nuevo, supongamos que todo el dinero de Gran Bretaña se quintuplicara en una noche, ¿no debería ocurrir el efecto contrario? ¿no deberían subir los precios del trabajo y de los bienes a altura tan exorbitante, que ningún otro país vecino pudiera permitirse comprarnos; mientras que sus mercancías, por otro lado, resultarían comparativamente tan baratas, que, a pesar de todas las leyes que pudieran hacerse, nos arrollarían y nuestro dinero se iría al exterior, hasta que cayéramos al nivel de los países extranjeros y perdiéramos la gran superioridad de ricos que nos había conducido a una situación tan desventajosa?”

 

Es fácil traducir la descripción de Hume del mecanismo del ajuste “flujo de especie-precio” a situaciones más actuales. Supongamos que el superávit por cuenta corriente de Gran Bretaña es mayor que el déficit de su cuenta de capital, excluidas las reservas.  A causa de que las importaciones netas de los extranjeros procedentes de Gran Bretaña no se financian enteramente con préstamos británicos, el saldo debe ser complementado por entradas de reservas internacionales -esto es, de oro- hacia Gran Bretaña.  Estos flujos de oro reducen automáticamente las ofertas monetarias en el exterior y aumentan la de Gran Bretaña, empujando a la baja los precios exteriores y al alza los nacionales.  El aumento de los precios en Gran Bretaña junto con la caída simultanea de los precios en el resto del mundo -es decir, una apreciación real de la libra dado el tipo de cambio fijo- reduce la demanda extranjera de bienes y servicios británicos e incrementa al mismo tiempo la demanda de productos extranjeros.  Esta desviación de la demanda actúa en el sentido de reducir el superávit por cuenta corriente británico y el déficit de los países extranjeros.  En consecuencia, llegará un momento en que cesaran los movimientos de reservas, equilibrándose las balanzas de pagos. El mismo proceso opera en sentido contrario, eliminando una situación inicial de superávit extranjero y déficit británico.

 

Las “reglas de juego” del patrón-oro: mito y realidad

El mecanismo del ajuste “flujo de especie-precio” podía operar automáticamente bajo el patrón-oro para equilibrar las cuentas corrientes y de capital y eliminar los movimientos internacionales de oro.  Pero las reacciones de los bancos centrales a los flujos de oro a través de sus fronteras proporcionó otro mecanismo potencial para ayudar a restaurar el equilibrio de las balanzas de pagos. Los bancos centrales que perdían oro continuamente, corrían el peligro de no poder hacer frente a sus obligaciones de cambiar papel moneda por oro.  Por ello, se sintieron motivados para reducir sus tenencias de activos nacionales a medida que perdían oro, empujando los tipos de interés al alza y atrayendo capitales de otros países. Los bancos centrales que ganaban oro tenían muchos menos incentivos para eliminar sus propias importaciones de ese metal. El más importante de estos incentivos era la mayor rentabilidad de los activos nacionales, que producían interés en comparación con la del oro en barras.  Un banco central que estuviera acumulando oro, podía verse tentado a adquirir activos nacionales, incrementando así los flujos de salida de capital y conduciendo el oro al exterior.

 

Estas medidas de crédito interno, si se llevaban a cabo por los bancos centrales, reforzaban el mecanismo del ajuste-precio, al empujar a todos los países hacia el equilibrio de sus balanzas de pagos.  Después de la Primera Guerra Mundial, las practicas de vender activos nacionales cuando había déficit y de comprarlos cuando había superávit eran conocidas como las “reglas de juego” del patrón-oro, frase que, al parecer fue acuñada por Keynes. Debido a que tales medidas aceleraron el movimiento de todos los países hacia su objetivo del equilibrio externo, aumentaron la eficiencia de los procesos de ajuste automático inherentes al patrón oro.

 

Investigaciones posteriores han demostrado que las supuestas “reglas de juego” del patrón-oro eran frecuentemente violadas antes de 1914. Como ya se ha señalado, los incentivos para cumplir las reglas actuaron con mayor fuerza en los países con déficit que en aquellos con superávit; así que, en la practica, fueron los países deficitarios los que soportaron la carga de conducir las balanzas de pagos de todos los países hacia el equilibrio.  Con el atesoramiento de oro, los países con superávit, empeoraron el problema de la política de coordinación internacional inherente al sistema: los países con déficit, que competían por una oferta de oro limitada, podían adoptar políticas monetarias supercontractivas que perjudicaran el empleo sin conseguir mejorar significativamente sus reservas.

 

De hecho, muchos países invirtieron las reglas y esterilizaron los flujos de oro, esto es, vendían activos nacionales cuando las reservas extranjeras estaban creciendo y compraban activos nacionales cuando descendían. La intervención generalizada de los países en las exportaciones de oro privado socavaron también el sistema. La imagen del ajuste suave y automático hacia el equilibrio de las balanzas de pagos antes de la Primera Guerra Mundial no responde a la realidad. Los países ignoraron a menudo, tanto las “reglas de juego” como los efectos de sus medidas sobre los otros países.

 

El equilibrio interno bajo el patrón-oro

El sistema del patrón-oro pretendía, mediante la fijación de los precios de las monedas en términos de oro, limitar el crecimiento monetario de la economía mundial y estabilizar, de este modo, los niveles de precios mundiales. A pesar de que los precios de los países dentro del sistema del patrón-oro no subieron tanto en el periodo 1870-1914 como en el periodo posterior de la Segunda Guerra Mundial, los niveles de precios nacionales se movieron a corto plazo de modo impredecible, al sucederse los periodos de inflación y deflación.  El éxito sólo relativo del patrón-oro respecto de la estabilidad de los precios refleja el problema del cambio en los precios relativos del oro y de los otros bienes.

 

Además, el patrón-oro no parece haber hecho mucho para asegurar el pleno empleo.  La tasa de desempleo de los Estados Unidos, por ejemplo, alcanzó, en promedio, el 6.8 por ciento entre 1890 y 1913, mientras que estuvo por debajo del 5.6 por ciento entre 1946 y 1988.

 

Una causa fundamental de la inestabilidad interna a corto plazo bajo el patrón-oro antes de 1914 fue la subordinación de la política económica a los objetivos externos.  Antes de la Primera Guerra Mundial, los países no habían asumido la responsabilidad de mantener el equilibrio interno tan plenamente como después de la Segunda Guerra Mundial.  La importancia de los objetivos de la política interna aumentó después de la Primera Guerra Mundial, como consecuencia de la inestabilidad económica del periodo de entre guerras, 1918-1939. Además, las consecuencias internas de los intentos de restaurar el patrón-oro después de 1918, contribuyeron a moldear el pensamiento de aquellos que formularon el sistema de tipos de cambios fijos, adoptado a partir de 1945.  Para entender como el sistema monetario internacional del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial trató de compaginar los objetivos de equilibrio interno y externo, debemos estudiar los acontecimientos políticos del periodo comprendido entre las dos guerras mundiales.

 

Los años de entreguerras, 1918-1939

Los países abandonaron el patrón-oro durante la Primera Guerra Mundial y financiaron parte de sus masivos gastos militares imprimiendo dinero.  Además, la fuerza de trabajo y la capacidad productiva se redujeron bruscamente a causa de la guerra.  Como resultado de esto, los precios subieron en todas partes al concluir la guerra en 1918.

 

Algunos países experimentaron un inflación desbocada cuando sus gobiernos intentaron ayudar al proceso de reconstrucción a través del gasto público. Estos gobiernos financiaron sus compras simplemente imprimiendo el dinero que necesitaban, tal y como habían hecho anteriormente durante los periodos de guerra. El resultado de todo ello fue un fuerte aumento en las ofertas monetarias y en los niveles de precios.

 

Continuar leyendo segunda parte...

 

 

 

 

 

 

 

.

 

Información de contacto:

Teléfono: 477-326-3633

 

Para estar bien informado todos los días respecto a lo que pasa en la economía y las finanzas de México y el mundo suscríbete GRATIS al  Servicio Informativo de GAEAP

La interdependencia inherente a las economías abiertas ha hecho en ocasiones más difícil para los países conseguir el objetivo del pleno empleo y la estabilidad de los precios. Las relaciones de interdependencia dependen a su vez de los acuerdos monetarios y de tipos de cambio adoptados – un conjunto de instituciones denominadas sistema monetario internacional -. 

 

Este documento examina como el sistema monetario internacional influyó en la política macroeconómica y en los resultados de tres periodos: la época del patrón-oro (desde 1870 a 1914), el periodo de entreguerras (de 1918-1939) y el periodo tras la Segunda Guerra Mundial durante el cual los tipos de cambio se fijaron según el acuerdo de Bretton Woods (1945-1973). 

Visita nuestro blog: