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Reporte del Economist Intelligence Unit publicado por el periódico La Jornada el 17 de diciembre de 2013: Bali, ¿un paso adelante?
El 7 de diciembre negociadores en la Organización Mundial de Comercio (OMC) reunidos en Bali, Indonesia, anunciaron un acuerdo sobre algunos aspectos del comercio global. El pacto se enfoca en facilitar el comercio, como reducir trámites fronterizos e instaurar normas vinculatorias para el movimiento internacional de bienes. También atiende la seguridad alimentaria y el acceso de los países menos desarrollados a los mercados.
El paquete de Bali marca uno de los primeros logros significativos de la azarosa ronda de Doha de negociaciones comerciales desde su principio, en 2001. Pretende acelerar el comercio mundial de bienes reduciendo la burocracia y los costos de transporte. Los países tendrán que adoptar procedimientos y tecnologías aduanales más estandarizados, y la OMC espera que esto reduzca el tiempo de espera de las mercancías en las aduanas, que puede ser prolongado, sobre todo en países en desarrollo. Un régimen comercial más transparente podría reducir la corrupción y crear un ambiente operativo más predecible para exportadores e importadores, quienes, por ejemplo, tendrían más claridad para cumplir con reglas aduanales respecto del tiempo necesario para hacer pasar un embarque.
Un comercio más barato y fácil promete amplios beneficios económicos. Es difícil cuantificarlos, pero la OMC estima que se podrían reducir los costos 10-15 por ciento, elevar la inversión extranjera y aumentar los volúmenes de mercancías. La organización hace notar que la duplicidad de datos y documentación en las aduanas, junto con otras ineficiencias, resulta a veces más costosa que los propios derechos aduanales. Dado que la resistencia de los países en desarrollo ha sido un factor significativo en los retrasos de las negociaciones de la OMC en años recientes, vale la pena resaltar la afirmación del organismo de que los beneficios de facilitar el comercio interesan sobre todo a esos países (muchos de los cuales también calificarán para obtener apoyo financiero y técnico con el fin de mejorar sus sistemas de tecnología de información, codificar reglamentos y capacitar personal). La agilización de procedimientos aduanales podría beneficiar asimismo a los exportadores agrícolas, al reducir el desperdicio de productos perecederos. En principio, las mejoras en tecnología y transparencia podrían ayudar a los gobiernos a aumentar el ingreso aduanero (en parte al reducir la corrupción) sin elevar aranceles y otros gravámenes que afectan los flujos comerciales.
El otro gran logro de la reunión de Bali fue dar garantías a los países en desarrollo –sobre todo India– de que las políticas para mejorar la seguridad alimentaria no conducirían a sanciones legales, aunque nominalmente violaran reglas de la OMC sobre subsidios y políticas distorsionadoras del comercio. India, por ejemplo, defendió con fiereza su política de subsidiar y almacenar cultivos esenciales, y amenazó con bloquear el paquete de Bali si no se atendían sus demandas. Logró una exención temporal para los países en desarrollo sobre este tema, la cual estará en vigor en tanto no se negocie una solución permanente. Sin embargo, para que este acuerdo funcione será importante que los países en desarrollo demuestren que no se abusará de los programas de almacenamiento público de alimentos para efectos de competencia con otros países. La reunión de Bali también confirmó decisiones alcanzadas anteriormente sobre promoción comercial para países menos desarrollados, entre ellas medidas sobre reglas de origen preferenciales y acceso a los mercados libre de gravámenes y cuotas.
Multilateralismo, aún bajo presión Este nuevo acuerdo da un impulso limitado pero muy necesario a la credibilidad de la OMC, luego de muchos años de estancamiento de la ronda de Doha. Además de los beneficios económicos de la facilitación comercial, tal vez el éxito de las negociaciones de Bali fortalezca la autoridad de la OMC como árbitro en disputas transfronterizas. Sin embargo, el ideal de libre comercio multilateral encarnado en la organización no está de ninguna manera seguro. En primer lugar, el acuerdo deja intactos muchos de los temas importantes de la ronda de Doha, entre ellos pasos esenciales referentes al comercio agrícola y de servicios, y para reducir más los aranceles o cuotas.
La ronda de Doha sigue vulnerable también a la tendencia hacia ALC bilaterales y grandes acuerdos regionales, que cada vez más compiten con el multilateralismo de la OMC. Muchos países han recurrido a esos acuerdos al reducirse las perspectivas de la ronda de Doha; entre ellos está el Acuerdo de Asociación Transpacífico, que incluye países en ambos lados del Pacífico y podría expandirse más allá de sus 12 miembros actuales. Estados Unidos y la Unión Europea han comenzado pláticas hacia un pacto comercial bilateral, en tanto Estados Unidos ha lanzado una iniciativa comercial ampliada con diez países del sureste asiático. Ha habido muchos otros ejemplos de ALC bilaterales y regionales en la década pasada. Uno de los problemas principales de la ronda de Doha ha sido la dificultad de lograr consenso entre los 159 miembros de la OMC, como confirmaron las 11 horas de negociaciones en Bali. Por tanto, la tentación para los gobiernos de negociar acuerdos bilaterales y regionales es sustancial, porque requieren negociaciones menos enredadas, aunque igualmente prolongadas.
Esta tendencia tiene pros y contras. La liberalización del comercio no se ha estancado por completo en ausencia de avances en la ronda de Doha. Además, los acuerdos comerciales regionales que están en negociación, si se concluyen con éxito, cubrirán la mayor parte de la economía mundial, lo cual impulsará el comercio. Sin embargo, estos pactos tienen el potencial de desviar el comercio de los países no incluidos, lo cual puede tener efectos políticos y distorsionar el comercio: por ejemplo, Taiwán, gran exportador, tiene mucho que ganar de la liberalización comercial bajo la protección de la OMC, en tanto el reclamo de China continental de soberanía sobre la isla circunscribe la capacidad taiwanesa de suscribir tratados bilaterales con otros países.
Al mismo tiempo es probable que los países menos desarrollados carezcan de capacidad institucional para negociar y cumplir con una multiplicidad de regímenes comerciales distintos. Irónicamente, la proliferación de ALC bilaterales y regionales en las dos décadas pasadas conlleva el riesgo de estimular la expansión de una compleja red de acuerdos traslapados, cada uno con reglas diferentes (un tazón de espagueti de obligaciones, según la descripción de un académico). Mientras los acuerdos de Bali buscan simplificar y agilizar el comercio, y reducir los costos de las empresas, la tendencia hacia los tratados bilaterales y regionales podría lograr el efecto contrario. Traducción de textos: Jorge Anaya Derechos: Economist Intelligence Unit en asociación con INFOESTRATÉGICA www.infoestrategica.com
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