Artículos editoriales |
Fecha: 11/04/13 |
La miopía del Banxico Alejandro Gómez Tamez*
La tenencia de bonos del gobierno federal en manos de extranjeros continúa aumentando de manera peligrosa, y muestra de ello es que el pasado 8 de abril el Banco de México dio a conocer que los inversionistas extranjeros ya son el mayor acreedor interno del gobierno federal al poseer 1.687 billones de pesos en títulos gubernamentales (principalmente bonos y Certificados de la Tesorería de la Federación –Cetes-). Este es el monto máximo histórico y al 25 de marzo ya representó el 37.3 por ciento del total de la deuda interna en valores.
Para poner las cifras en perspectiva debemos señalar que la deuda interna gubernamental con acreedores extranjeros es ahora en día 23% superior al saldo de 1.374 billones de pesos que observó la captación bancaria de los residentes en el país al término de febrero de 2013.
Otro dato impactante lo conforma el hecho de que la deuda interna del gobierno federal en manos de extranjeros (representada en valores), ha aumentado en $116, 540 millones de pesos entre el 31 de diciembre de 2012 y el 25 de marzo de este año. Lo que implica que del incremento del endeudamiento interno de 220,560 millones de pesos en lo que va del año, el 53% correspondió a los recursos aportados por inversionistas del exterior en la compra de sus valores en el mercado interno.
Como se ha mencionado en las pasadas entregas, este fuerte aumento en la entrada de recursos al país obedece principalmente a las expectativas favorables que se tienen sobre la marcha de la economía, pero también se deben al enorme diferencial en la tasa de interés que pagan los bonos gubernamentales estadounidenses con respecto a los mexicanos.
En este sentido tenemos que al 11 de abril de este año la tasa anualizada que pagan los Cetes a 28 días es de 3.81%, mientras que un T-Bill del gobierno estadounidense a plazo de un mes paga una tasa anualizada de 0.06%. Lo que significa que el gobierno mexicano paga 63.5 veces más rendimiento que el instrumento similar emitido por el gobierno del vecino de norte.
Y pues como ya lo he señalado en diversas ocasiones, ésta es la verdadera fuerza que hace que el dólar se encuentre al momento de escribir estas líneas en $12.0444 pesos, nivel que significa una sobrevaluación del peso en 12.4% con respecto a su valor técnico de equilibrio en base a los diferenciales de inflación acumulados entre México y Estados Unidos en el periodo de 1997 a la fecha.
Y es que debemos ser realistas, el peso se encuentra en un momento de gran fortaleza frente al dólar por las elevadas tasas de interés que pagamos. Es decir, México no tiene la fortaleza del peso porque tengamos un fuerte superávit comercial de productos manufacturados, ni tampoco se debe a un aumento de las remesas, y tampoco obedece a un aumento en la inversión extranjera directa. México tiene una moneda fuerte porque paga buenas tasas de interés y porque hay una expectativa favorable por la posibilidad de que el Congreso de la Unión apruebe las reformas a las telecomunicaciones, la energética y la fiscal.
Sin embargo, este sencillo raciocinio no es compartido por el Banco de México, institución que ya nos salió con que la apreciación del peso no es artificial como varios de nosotros acusamos.
Concretamente, el pasado 10 de abril el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, afirmó que la reciente apreciación del peso no es artificial, ya que responde a la “fortaleza” de la economía mexicana y no representa un riesgo.
A este respecto yo le quisiera preguntar al Dr. Carstens si ya se le olvidó que apenas el 5 de febrero de este año advirtió que en la economía mundial se podría estar gestando una ‘tormenta perfecta’, ya que las señales de recuperación alientan el flujo de capital hacia los mercados emergentes y a algunas naciones desarrolladas que podrían terminar en burbujas de activos.
Al parecer si se le olvidó, ya que para él el hecho de que el peso esté sobrevaluado en 12.4% no representa un valor excesivo de nuestra moneda y de acuerdo a sus declaraciones no le apura una reversión en la política monetaria en los países desarrollados. Todo esto me hace recordar el “catarrito” que nos iba a dar en 2009, y es que en ocasiones se pasan de optimistas nuestras autoridades y subestiman lo que puede suceder en la economía mundial.
¿Y cómo no va a estar el Banxico contento por el actual nivel de tipo de cambio si esto le conviene ya que con un peso fuerte entran más importaciones baratas que le ayudan a combatir la inflación? Así, lo que parecía una acción valiente por haber bajado la tasa de interés de referencia de 4.5% a 4.0% hace unos días, ya ha quedado atrás al escuchar a Carstens solapar la entrada de capitales al país cuando hace un par de meses pregonaba por el mundo sobre los riesgos de la reversión de capitales especultaivos que han entrado a las economías emergentes.
Yo quisiera preguntarle además a Agustín Carstens, ¿Usted cree que los capitales que han entrado al país para ser invertidos en Cetes tienen la misma expectativa de quedarse en el país comparado con la inversión extranjera directa? ¿Qué pasaría con el peso si la tasa de interés en Estados Unidos y Europa aumenta en un punto porcentual? La respuesta es lógica, habrá miles de millones de dólares que saldrán del país ocasionando con ello la depreciación del peso (claro, a menos de que de inmediato el Banxico también suba sus tasas de interés).
Así, resulta lamentable que la actual fortaleza del peso se dé en el contexto de una caída en los niveles de producción industrial en México. Y es que el INEGI informó el 11 de abril que la Producción Industrial del país disminuyó en -1.2% en términos reales en febrero de este año con relación a igual mes de 2012; y por sector económico, la Construcción descendió -2.3%, las Industrias manufactureras cayeron -0.9%, la Minería cayó -0.8% y la Electricidad, agua y suministro de gas por ductos al consumidor final lo hizo decreció en -)0.5% a tasa anual en el mes en cuestión.
Así, independientemente de la euforia que muestran los inversionistas extranjeros por invertir en México en instrumentos de muy corto plazo, la realidad es que México está incrementando su balance de riesgos al ser cada vez más dependiente de los capitales extranjeros para financiar su deuda interna; y por otro lado la sobrevaluación del peso debilita el mercado interno a hacer que haya más importaciones y menos exportaciones, fomentar el turismo en el extranjero y no en México; y por hacer que a las familias que viven de las remesas se les den menos pesos por los dólares que les envían .
Ojala que el Banco de México y las autoridades del gobierno federal tomen cartas en el asunto antes de que haya mayores problemas en el aparato productivo nacional, y en ese sentido urgen los programas de apoyo al sector productivo y al exportador, y se necesita frenar la entrada de capitales golondrinos al país disminuyendo las tasas de interés, cobrando un impuesto a los capitales extranjeros o bien emitiendo deuda federal con menor calidad crediticia.
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