Artículos editoriales

Fecha: 27/05/10

El complejo del tipo de cambio

Alejandro Gómez Tamez*

En psicología se le llama complejo a “un sentimiento que domina toda la conducta de un niño o de un adulto, y cuyas raíces escapan de la conciencia clara porque se remontan a alguna situación vivida lejana que ha dejado sus huellas en los afectos”. Así pues, atendiendo a esta definición podemos decir que el Banco de México sufre de un “complejo del tipo de cambio”, ya que no se entiende su obsesión de mantener una política monetaria que en aras de “controlar” la inflación, ocasiona una reiterada y crónica sobrevaluación del peso frente al dólar.

Desde luego que, salvo por los episodios de elevada volatilidad cambiaria observados durante la crisis reciente, el Banxico jamás ha aceptado manipular el mercado cambiario y nos dice que el tipo de cambio observado es el de “equilibrio” y es el que es, de tal manera que no está ni sobre ni subvaluado. Pero lo que el Banxico no reconoce es que en el día a día no necesita entrar al mercado a comprar o vender dólares para incidir en el tipo de cambio, sino que esto lo puede hacer a través del establecimiento del nivel de las tasas de interés. 

Así, teorías como la Paridad de Tasas de Interés, establecen que si una nación mantiene un elevado diferencial de tasas de interés respecto a sus socios comerciales, esto provocará que en el corto plazo su moneda se fortalezca y el tipo de cambio spot baje. Así, mientras que en México  un Cete a 28 días paga en la actualidad 4.55 por ciento anualizado, la tasa de los Treasury Bills a plazo de un mes en Estados Unidos paga 0.16 por ciento anualizado. Esto es, en México seguimos pagando más de 2 mil 700 por ciento más rendimiento que en Estados Unidos y por eso entran en estampida los capitales al país, con la consecuente sobrevaluación del peso.

De hecho, en este sentido ya hubo una advertencia del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, quién recién señaló que hay riesgo de que se produzcan "burbujas o se sobrecaliente la economía" en los países emergentes, debido a que los inversionistas están llevando masivamente sus capitales a esas economías. Esto es algo que no quieren entender los funcionarios del Banxico y por eso se niegan a bajar las tasas de interés, no obstante que ya han cedido las presiones inflacionarias registradas al inicio de este año. 

Las autoridades deben entender que la sobrevaluación del peso es una de las principales causas de los déficits crónicos en nuestra balanza comercial. El tener un peso excesivamente fuerte es motivo de “orgullo” para las autoridades del Banxico y de Hacienda, pero la realidad es que debemos preguntarnos: ¿de qué sirve un peso fuerte cuando hay 53 millones de pobres en nuestro país? ¿En qué beneficia al grueso de la planta productiva nacional el tener un tipo de cambio que nos permite importar bienes a un costo más bajo (cuando esos bienes podrían haberse producido competitivamente en México y haber impulsado la creación de empleos en México)?

Tenemos que de acuerdo a estimaciones del despacho GAEAP, (y en base a diferenciales de inflación acumulados desde julio de 1997) al mes de abril de 2010 el peso está sobrevaluado en 8.61 por ciento respecto al dólar, por lo que el tipo de cambio teórico es de $13.38 pesos por dólar. Cualquier nivel de tipo de cambio por debajo de éste implica que no hay condiciones equitativas para la competencia de los exportadores nacionales con sus similares de otros países, ya que la inflación doméstica ha sido mayor de lo que se ha ajustado el precio del dólar encareciendo nuestros productos. 

Es pertinente admitir que hay una enorme cantidad de analistas que señalan que la sobrevaluación del peso no existe o que si existiera es irrelevante para el desempeño económico nacional. Ponen como ejemplo de que no hay sobrevaluación del peso la situación superavitaria de la balanza comercial que se ha presentado en el primer cuatrimestre del año. Pero son omisos en su análisis, ya que no se dan cuenta o no quieren decir que México registra una evolución “favorable” en este indicador, durante el primer cuatrimestre del año, producto de tres factores:

1. Las exportaciones petroleras registran un alza de 70.9 por ciento anualizado  

2. Las exportaciones automotrices han aumentado 74.7 por ciento anualizado

3. Las importaciones nacionales no petroleras han aumentado apenas 27.5 por ciento anualizado

Así pues, teniendo dos sectores de actividad (petróleo y automotriz) creciendo por encima del 70 por ciento, y que generan el 35.4 por ciento del total de las exportaciones nacionales, la balanza comercial de México se ve “bien” por qué tiene superávit. ¿pero qué pasa con el resto de los sectores exportadores nacionales?  Ellos continúan con dificultades, ya que sus exportaciones han aumentado solamente 20.8 por ciento, lo cual hace que aun estén por debajo de sus niveles de exportación de 2008.  En este sentido, tenemos que en el primer trimestre de 2008 las exportaciones manufactureras no automotrices de México sumaron $40 mil 346 millones de dólares, mientras que en el primer trimestre de 2010 estas exportaciones sumaron $39 mil  291 millones de dólares (están aun 2.61 por ciento por debajo del nivel de hace dos años).

Por su parte, algo que también se debe destacar es que la tasa de incremento de las exportaciones manufactureras no automotrices es casi 7 puntos porcentuales más baja que la tasa de incremento de las importaciones nacionales no petroleras. ¿Con todos estos datos no queda claro que la planta productiva nacional presentaría un déficit enorme si no fuera por el petróleo y la exportación de automóviles? ¿No queda claro pues que es indispensable modificar la política monetaria en aras de impulsar al sector exportador tradicional que si depende del nivel de tipo de cambio?

La intención de este artículo es pues, poner énfasis en los desequilibrios que genera al país un peso excesivamente sobrevaluado e ilustrar que el superávit actual en la balanza comercial es producto del buen desempeño de dos sectores de actividad, no de una recuperación generalizada del sector exportador; y así como tenemos un superávit comercial ahora, en la medida en que se consolide la recuperación económica nacional el superávit se convertirá en déficit.

Y para ilustrar la importancia de un tipo de cambio competitivo tenemos también el caso de Estados Unidos y China. Apenas el pasado 24 de mayo CNNMoney.com publicó una nota que titula “¿Podría estar el yuan chino sobrevaluado?”, y en ella se argumenta que “diversos críticos han acusado desde hace mucho tiempo a China de tener su moneda artificialmente subvaluada para así impulsar sus exportaciones, y por esta razón han presionado a los líderes chinos para que permitan al yuan apreciarse”. El artículo también señala que “algunos expertos han argumentado que el yuan está entre un 20 y un 40% por debajo del dólar de lo que debería estar, y la razón por la que China crece más rápidamente que otras economías es porque la subvaluación de su moneda le da un impulso a sus exportaciones”.

 Ante lo publicado por tan distinguido medio,  me surge una pregunta: ¿si el tipo de cambio es irrelevante para la competitividad de un país, entonces porque los estadounidenses no han dejado en paz a China con este tema y no dejan de pedirle que aprecie su moneda? Me imagino que si los funcionarios mexicanos dirigieran la Fed o el Tesoro estadounidense, el debate sobre la subvaluación del yuan no existiría y no tendrían queja alguna en contra del gobierno chino por manipular su moneda. Esto porque nuestros funcionarios no creen en esas cosas como la “sobrevaluación” o “subvaluación” de una moneda.        

Por último, y para terminar de exponer el punto tratado en este artículo, quisiera rescatar declaraciones importantes por parte del Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurria Treviño, quien señaló apenas el pasado día 27 que México debe terminar con su dependencia fiscal del petróleo, porque es un recurso que se está acabando, además de que se debe desarrollar un nuevo sistema fiscal competitivo y sencillo. Concretamente señaló que: “El tema de no depender del petróleo es absolutamente inaplazable sobre todo porque ya sabemos que se nos está terminando”. Coincidimos totalmente con esta afirmación, y es por ello que en pasados editoriales nos hemos preguntado más allá de lo que pasará con las finanzas públicas, ¿Qué va a hacer México con su balanza comercial cuando ya no haya más petróleo que exportar?

Esto es algo en lo que hemos insistido en varias ocasiones. Todavía en un artículo publicado por El Financiero en Línea el viernes 5 de febrero y titulado “Los tres retos económicos de México”, hacíamos mención de la necesidad de despetrolizar nuestra economía (tanto en las finanzas públicas como en las cuentas con el exterior); y es que debemos ser realistas y hay que quitarle a las cuentas nacionales el efecto petróleo para contemplar nuestra realidad en comercio exterior y en finanzas públicas, ya que sólo así comenzaremos a tomar medidas que nos permitan afrontar estos problemas.

Así pues, el secreto está en tener una economía competitiva y uno de esos pilares en el tipo de cambio. En este sentido, es fundamental que se dé un apoyo decidido a las Pequeñas y Medianas Empresas, ya que éstas son las generadoras del 80 por ciento de los empleos en México (www.oportunidadesdenegocio.com.mx/generan-pymes-80-de-empleos-en-mexico.html). Las autoridades deben convencerse de que ante la debilidad del mercado interno, no hay de otra: o apoyamos al sector exportador nacional o el crecimiento económico observado en la actualidad será de cortísimo plazo (un efecto rebote después de la caída de 6.5 por ciento en 2009) y veremos nuestra economía naci0onal estancada nuevamente en el año 2011.

Un paso fundamental pues, es el contar con un tipo de cambio competitivo, dado que la realidad es que de aquí al final del sexenio del Presidente Felipe Calderón, no podemos esperar que se apruebe ni siquiera una reforma estructural importante. El proceso legislativo en materia económica está congelado, por lo que la apuesta es a que el Banxico se ponga las pilas. Ojala y lo entiendan por el bien de México y nos den una muestra de su voluntad de hacer las cosas bien bajando las tasas de interés de referencia en su siguiente reunión.  Hay que dejar atrás los complejos que nos impiden modernizarnos como nación.

Director General GAEAP*

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