Artículos editoriales |
Fecha: 21/03/13 |
Costos financieros y competitividad de México Alejandro Gómez Tamez*
Un aspecto fundamental que determina la viabilidad de la industria manufacturera de cualquier país es su nivel de competitividad, ya que de éste depende el hecho de que pueda crecer, o bien si está destinada a achicarse o inclusive a desaparecer.
En este orden de ideas, el entorno macroeconómico brinda el marco base para determinar si las empresas en un país pueden en su conjunto ser competitivas o no, y las variables que juegan un papel clave para tal efecto son, entre otras, la existencia de infraestructura de transporte, los costos de los energéticos y de las telecomunicaciones, el ambiente de seguridad pública, lo generalizado de la corrupción, los costos financieros, entre otros.
Así, el propósito de este editorial es el de ilustrar de una forma simple lo que ocurre en México en materia de costos financieros, para establecer qué tan competitivos somos en relación a nuestros principales socios comerciales en este rubro específico.
Comencemos analizando lo que sucede con las tasas de referencia como la objetivo del Banco de México, las tasas de los Certificados de la Tesorería (Cetes) y la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE).
De acuerdo a cifras de Banxico publicadas en el Banco de Información Económica (BIE) de INEGI, durante 2012 la tasa de referencia del banco central mexicano fue de 4.5% en todos los meses; mientras que los Cetes a plazo de 28 días promediaron 4.24%, a 91 días estuvieron en 4.38% y a 182 días en 4.51%; por su parte, la TIIE a 28 días fue de 4.79%, mientras que de la TIIE a 91 días fue de 4.81%.
Por su parte, en los dos primeros meses de 2013 el rendimiento anualizado de los Cetes a 28 días fue de 4.17%, a plazo de 91 días de 4.25%, y de los Cetes a 182 días de 4.35%; mientras que la TIIE a 28 días fue de 4.82% y la TIIE a 91 días fue de 4.86%.
Vale la pena aclarar que los Cetes son una buena referencia respecto a lo que se le paga a un ahorrador con mucho dinero y que busca invertir sus recursos sin riesgo en papel gubernamental; mientras que la TIIE es la tasa que se cobran los bancos entre sí cuando se prestan dinero.
Ahora en día, la mayoría de los créditos en México a tasa variable están vinculados a la TIIE; es decir, muchos de los créditos a tasa variable en nuestro país se determinan como TIIE más alguna sobre tasa (por ejemplo TIIE + 20 puntos porcentuales), por lo que la evolución de esta tasa determina parte del costo de muchos créditos en México.
Para el lector de esta columna con 40 años de edad o menos, las tasas de interés hasta ahora mencionadas son las más “bajas” que haya visto durante su vida; sin embargo, son altas si las comparamos con el 0.08% anualizado que paga un Treasury bill (T-bill) estadounidense a plazo de un mes, o bien comparado con el 0.14% anualizado que paga el mismo instrumento a plazo de un año.
Sea como sea, estas tasas de referencia que vivimos en México ahora en día van en línea con los niveles de inflación observados en los últimos meses en torno al 3.5% anual; pero se debe dejar muy en claro que estas “bajas” tasas de interés no reflejan de manera precisa el costo del crédito para el común de las empresas y familias mexicanas.
Así, para conocer lo que sucede en el mercado de crédito mexicano iniciemos analizando el costo del crédito al consumo viendo lo que sucede con las tarjetas de crédito. En este sentido tenemos que de octubre de 2011 a octubre de 2012, la Tasa de interés Efectiva Promedio Ponderada (TEPP) se redujo de 25.3 a 24.7 por ciento; sin embargo, con respecto al mes de agosto de 2012, la tasa aumentó 0.40 puntos porcentuales. Por su parte, durante octubre de 2012 la mitad del crédito se concedió a tasas menores o iguales al 23.8 por ciento; mientras que el 5.8 por ciento de la cartera total se otorgó a tasas de interés mayores al 50 por ciento.
Ahora, en cuanto al Indicador del Costo de Créditos Hipotecarios publicado por el Banco de México tenemos que en enero de 2013 el Costo Anual Total (CAT) mínimo fue de 10.98% anual, mientras que el máximo fue de 17.30%, teniendo un promedio de 13.85%. En cuanto a la tasa por créditos hipotecarios, la mínima en enero de 2013 fue de 10.45%, mientras que la máxima fue de 14.44% con un promedio de 12.13%.
En materia de créditos comerciales no hay información oficial, pero los créditos que tienen garantías hipotecarías están en un nivel en torno al 12 y el 20% anual; y si son sin garantías liquidas los créditos oscilan entre un 20% y un 32% de interés anual.
Con todos estos datos debe quedar más que claro que en México, no obstante la baja en las tasas de interés observadas recientemente, el margen de intermediación (diferencia entre tasa activa y tasa pasiva) es bastante amplio, lo que se traduce en márgenes de utilidad muy elevados para los bancos y en el hecho de que muchas micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) no cuenten con el debido acceso al crédito.
Dado lo anterior, el pasado 13 de febrero el secretario de hacienda, Luis Videgaray Caso señaló que antes de que termine el primer semestre de este año el gobierno federal va a tener lista una iniciativa de ley para reducir el costo del crédito que otorgan los bancos que operan en México, en particular el destinado a las empresas pequeñas y medianas.
Claro que ante este anuncio la Asociación de Bancos de México (ABM) fijó la postura de que cualquier disminución en el costo de los préstamos debe provenir de la competencia entre instituciones, antes que de la fijación de topes. ¿Pero cómo podemos hablar de qué la tasa de interés bajará en base a la competencia entre los participantes del sistema bancario cuando la realidad es que éstos gozan de toda la protección del gobierno y entre ellos no existe la verdadera competencia? El sistema bancario mexicano no es más que un oligopolio protegido por el gobierno federal en el cual no hay competencia en tasa de interés y muestra de ello son las escandalosas utilidades que obtienen los bancos que operan en México.
En este orden de ideas tenemos que de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), en 2012 las ganancias de los grupos financieros que operan en México tocaron un nuevo máximo histórico al alcanzar los 104 mil millones de pesos, cantidad que superó en 15.5 por ciento a las registradas en 2011. De esta forma, tan sólo en los últimos nueve años los grupos financieros que operan en México han obtenido ganancias por 664 mil 933 millones de pesos, cantidad que equivale a 51 mil millones de dólares al tipo de cambio actual. De este tamaño son los recursos que los grupos financieros sacan de quien produce la riqueza en este país.
Y para sentirnos peor, tenemos que en términos comparativos, las utilidades de los grupos financieros en esos nueve años equivalen a 3.9 veces el monto de recursos que el Estado mexicano obtuvo por la venta a extranjeros de los bancos rescatados con recursos públicos después de la crisis de 1995, calculada en 13 mil millones de dólares.
Y si lo anterior no resulta lo suficientemente impactante, se debe mencionar que en enero de 2013 los bancos que operan en México ganaron ya una quinta parte del total de utilidades que obtuvieron el año pasado. Y es que de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), las ganancias de las 43 instituciones que conforman el sistema bancario nacional sumaron 17 mil millones de pesos en enero, cantidad que superó en 70 por ciento las que obtuvieron en el mismo periodo de 2012.
Y volvemos a lo mismo ¿Cómo no va a ser así con esos amplísimos diferenciales entre lo que pagan los bancos a un ahorrador y lo que le cobran por un crédito?
A manera de conclusión se debe señalar que mientras permanezca esta situación en el sistema financiero nacional, las empresas locales no podrán alcanzar una competitividad plena, y siempre sus adversarias de otras naciones llevarán una ventaja competitiva.
Es por todo lo anterior, que así como ahora en día presenciamos un debate serio para lograr una reforma a las telecomunicaciones que rompa el duopolio existente, pues también se requiere una reforma al sistema financiero nacional que se traduzca en más competencia que disminuya los costos para los usuarios del sistema financiero y baje las utilidades que los bancos obtienen de las empresas y familias mexicanas.
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